El mito.
La palabra mito tiene varias acepciones. Una es la de fábula, ficción, algo que no es real, que es falso, cómo las obras de Richard Wagner, “El señor de los anillos” de Tolkien, los mitos griegos o tantos relatos parecidos. Pero desde mediados del siglo XIX, la palabra mito tiene también otro significado: El mito tiene una función pedagógica, didáctica.
El mito es la manera con la que explico algo que no encuentro otra forma apropiada de enseñar; el mito es una herramienta para hacerme entender cuando no tengo otra forma de conseguir que otras personas me comprendan, y en ese sentido, el mito es verdadero, y es real, aunque no literalmente real, sino simbólicamente cierto.
Un ejemplo. Si yo le quiero enseñar a un niño pequeño que hay que tener cuidado cuando pasee sin compañía por una calle solitaria porque puede aparecer un hombre “malo” que le puede hacer daño, y no sé de qué manera darle toda esa información, le puedo narrar un cuento: “Caminaba Caperucita Roja por un bosque cuando se encontró con un lobo que le dijo: “¿Caperucita, dónde vas…?
Una persona que me escuche puede comentar que eso es una tontería, que los lobos no hablan. Yo ya sé que los lobos no hablan, pero le estoy narrando un cuento, una subespecie de mito; le estoy enseñando al niño que igual que los lobos, hay personas que te pueden hacer daño; y el niño me puede comprender más fácilmente. Es el clásico ejemplo del hombre que señala con el dedo la luna: no se quede observando el dedo, sino su destino, la luna.
Los mitos son relatos en forma simbólica, mensajes, imágenes, guías en ropaje simbólico como las parábolas, cuentos, fábulas, analogías, y que nos enseñan a distinguir entre el funcionamiento sano y malsano, entre las acciones sensatas e insensatas (Diel) El mito nos muestra la economía de la supervivencia y el bienestar para una época determinada. Los sentidos velados, internos, de todos los mitos no son más que una inagotable variación de un tema único: el conflicto esencial íntimo del hombre: el combate entre el ego y la consciencia
El mito suele tener un contexto histórico literal y por tanto, los elementos históricos y míticos se entremezclan en el mito. Las simbolizaciones míticas se engarzan y apoyan sobre hechos históricos, se expresan con la cosmovisión y el lenguaje de la época donde se crean. Son contextuales y paradigmáticos. Los mitos evolucionan con el paso del tiempo. Se van comprendiendo e interpretando sus símbolos y significados profundos, despojando su ropaje inicial literal y acomodándose poco a poco al desarrollo de la ciencia y de la razón.
Aquellos que viven dentro de un mito, (etapa mítica de su evolución psíquica) no distinguen “su” mito de la realidad empírica. Leen “su” mito literalmente. Creen profundamente que “su” mito refleja la realidad. “Su” religión no es un mito más, sino la realidad literal y científica de “cómo” está organizado el mundo. Por el contrario, las otras religiones son falsas, “míticas”. No distinguen la diferencia entre “falso” y “mito”, no comprenden que son conceptos distintos. (Caperucita Roja no tiene referencia empírica histórica, pero no es falsa, sino mítica)
El avance de la racionalidad científica (etapa del conocimiento más avanzada que la mítica (ver Wilber), destroza las descripciones del mito tomadas literalmente. Pero si la racionalidad no sabe profundizar, entrar en el interior del mito, interpretar el mito, el resultado de aplicar la razón al mito es un gran vacío espiritual, es caer en la etapa existencial (ser para la muerte –Heidegger_, el ser y la nada –Sartre-), y no saber salir de ella (los llamados ateos).
Hay una gran resistencia por parte de las autoridades míticas, los representantes de los distintos mitos, a dejar de creer literalmente en el mito. Sin embargo, es cuestión de tiempo que los avances científicos les deje sin argumentos; pero el progreso científico, ya se llame empirismo, positivismo, etc., se equivoca si cree que su misión es secar el lago del misterio: destruir el mito. Es una meta equivocada y reduccionista.
Las personas que han superado esta etapa existencial integran el mito y el conocimiento científico entrando en un nuevo estadio, nueva etapa de su evolución, un nuevo paso, llámelo posteista, misticismo natural o como quiera . (Ver Wilber)
Para esta nueva etapa, todas las religiones son mitos más o menos evolucionados; en este sentido, todas las religiones son válidas aunque hay jerarquía en la evolución y calidad de las distintas religiones. Hay religiones con mayor legitimidad y autenticidad que otras. Pero todas son intentos, algunos muy pobres e incluso equivocados vistas a distancia, de caminar hacia la consciencia, hacia la iluminación, hacia la libertad. No despreciemos a ninguna religión por muy atrasada evolutivamente que nos parezca.
Por lo tanto, nada de lo que yo afirme en estos folletos debe tomarse literalmente, son símbolos, mitos, dedos que señalan a la luna.
Una vez aclarado muy sintéticamente qué es el mito, podemos adentrarnos en una nueva etapa, la identidad de la persona, usando la herramienta del mito.
El mito es la manera con la que explico algo que no encuentro otra forma apropiada de enseñar; el mito es una herramienta para hacerme entender cuando no tengo otra forma de conseguir que otras personas me comprendan, y en ese sentido, el mito es verdadero, y es real, aunque no literalmente real, sino simbólicamente cierto.
Un ejemplo. Si yo le quiero enseñar a un niño pequeño que hay que tener cuidado cuando pasee sin compañía por una calle solitaria porque puede aparecer un hombre “malo” que le puede hacer daño, y no sé de qué manera darle toda esa información, le puedo narrar un cuento: “Caminaba Caperucita Roja por un bosque cuando se encontró con un lobo que le dijo: “¿Caperucita, dónde vas…?
Una persona que me escuche puede comentar que eso es una tontería, que los lobos no hablan. Yo ya sé que los lobos no hablan, pero le estoy narrando un cuento, una subespecie de mito; le estoy enseñando al niño que igual que los lobos, hay personas que te pueden hacer daño; y el niño me puede comprender más fácilmente. Es el clásico ejemplo del hombre que señala con el dedo la luna: no se quede observando el dedo, sino su destino, la luna.
Los mitos son relatos en forma simbólica, mensajes, imágenes, guías en ropaje simbólico como las parábolas, cuentos, fábulas, analogías, y que nos enseñan a distinguir entre el funcionamiento sano y malsano, entre las acciones sensatas e insensatas (Diel) El mito nos muestra la economía de la supervivencia y el bienestar para una época determinada. Los sentidos velados, internos, de todos los mitos no son más que una inagotable variación de un tema único: el conflicto esencial íntimo del hombre: el combate entre el ego y la consciencia
El mito suele tener un contexto histórico literal y por tanto, los elementos históricos y míticos se entremezclan en el mito. Las simbolizaciones míticas se engarzan y apoyan sobre hechos históricos, se expresan con la cosmovisión y el lenguaje de la época donde se crean. Son contextuales y paradigmáticos. Los mitos evolucionan con el paso del tiempo. Se van comprendiendo e interpretando sus símbolos y significados profundos, despojando su ropaje inicial literal y acomodándose poco a poco al desarrollo de la ciencia y de la razón.
Aquellos que viven dentro de un mito, (etapa mítica de su evolución psíquica) no distinguen “su” mito de la realidad empírica. Leen “su” mito literalmente. Creen profundamente que “su” mito refleja la realidad. “Su” religión no es un mito más, sino la realidad literal y científica de “cómo” está organizado el mundo. Por el contrario, las otras religiones son falsas, “míticas”. No distinguen la diferencia entre “falso” y “mito”, no comprenden que son conceptos distintos. (Caperucita Roja no tiene referencia empírica histórica, pero no es falsa, sino mítica)
El avance de la racionalidad científica (etapa del conocimiento más avanzada que la mítica (ver Wilber), destroza las descripciones del mito tomadas literalmente. Pero si la racionalidad no sabe profundizar, entrar en el interior del mito, interpretar el mito, el resultado de aplicar la razón al mito es un gran vacío espiritual, es caer en la etapa existencial (ser para la muerte –Heidegger_, el ser y la nada –Sartre-), y no saber salir de ella (los llamados ateos).
Hay una gran resistencia por parte de las autoridades míticas, los representantes de los distintos mitos, a dejar de creer literalmente en el mito. Sin embargo, es cuestión de tiempo que los avances científicos les deje sin argumentos; pero el progreso científico, ya se llame empirismo, positivismo, etc., se equivoca si cree que su misión es secar el lago del misterio: destruir el mito. Es una meta equivocada y reduccionista.
Las personas que han superado esta etapa existencial integran el mito y el conocimiento científico entrando en un nuevo estadio, nueva etapa de su evolución, un nuevo paso, llámelo posteista, misticismo natural o como quiera . (Ver Wilber)
Para esta nueva etapa, todas las religiones son mitos más o menos evolucionados; en este sentido, todas las religiones son válidas aunque hay jerarquía en la evolución y calidad de las distintas religiones. Hay religiones con mayor legitimidad y autenticidad que otras. Pero todas son intentos, algunos muy pobres e incluso equivocados vistas a distancia, de caminar hacia la consciencia, hacia la iluminación, hacia la libertad. No despreciemos a ninguna religión por muy atrasada evolutivamente que nos parezca.
Por lo tanto, nada de lo que yo afirme en estos folletos debe tomarse literalmente, son símbolos, mitos, dedos que señalan a la luna.
Una vez aclarado muy sintéticamente qué es el mito, podemos adentrarnos en una nueva etapa, la identidad de la persona, usando la herramienta del mito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario