domingo, 23 de febrero de 2020

Folleto 195

Cuando alguien esté enfadado, aplaque con emociones, NO con razones



Imagínese su mente como una casa con distintas habitaciones, una habitación está llena de razones, otra de emociones, otra de elementos orgánicos: su oreja, piernas, pulmones... Si queremos limpiar una habitación no podemos usar los mismos instrumentos en una habitación que en otra. La habitación de las razones hay que limpiarla con el instrumental de razones, la de las emociones con emociones y la parte orgánica con elementos orgánicos. Usted  no limpia su casa con un libro de filosofía, sino con agua y jabón.

Antonio está repasando los gastos de su tarjeta de crédito que comparte con su mujer. Se da cuenta, horrorizado, de que los gastos se han disparado. Entra en cólera y se pone furioso con su pareja diciendo, fuera de sí, que habían quedado en un plan de gastos y que lo que habían acordado juntos no se está cumpliendo, que  van directos a la ruina, a la miseria... y que le acaba reprochando que ella no sabe controlarse...

Su pareja, Ana, con tranquilidad y sin alterarse para no embarrar más la situación, comienza a explicar a Antonio que ha sido un mes especial y que todos los gastos tienen la correcta justificación, que seguramente esos gastos no se repetirán...

Muy buena intención pero mala técnica para que su marido se calme.

Está limpiando la habitación de las emociones con instrumentos de la habitación de las razones: no funciona.

Está haciendo lo correcto al hablar con tranquilidad, sin alterarse y despacio para no inflamar más la cólera de su pareja, pero no es suficiente. Si se le echa agua a una sartén ardiendo con aceite, lo único que se logra es que las gotas de aceite se dispersen y el fuego aumente. La sartén no se apaga porque el aceite y el agua son incompatibles. Es lo que popularmente se conoce como "tratar de apagar un fuego con gasolina".

Cuando una persona está enfadada, su amígdala (elemento del cerebro muy complejo situada en el interior del sistema límbico y responsable de las emociones) está en plena ebullición: toma el control de su psique y "apaga", dejando sin funcionamiento, otras partes de su cerebro que considera menos importantes, como la parte racional. Si su casa está ardiendo y toda la familia correo peligro de morir calcinada o asfixiada, no es el momento de empezar a cuestionarse problemas de filosofía como la diferencia entre realistas y nominalistas... Ocuparse de lo verdaderamente importante en este momento, ahora, es un sistema básico de supervivencia.

La persona enfadada no atiende a razones, no entiende racionalmente lo que se le está diciendo. Tratar de refutar su actuación y su estado de ánimo con argumentos, ideas y cualquier tipo de razonamiento racional, muy probablemente no ayudará a mejorar la situación, sino todo lo contrario, la empeorará. Lo primero que debemos hacer para apagar el fuego emocional es bajar la temperatura, disminuir la actuación de la amígdala que en ese momento está sobrecargada.

¿Qué podemos hacer entonces?

Escuche. Tenga paciencia y permita, con la mayor tranquilidad que pueda, que la otra persona hable, que descargue adrenalina (una hormona que segrega el organismo cuando se dispone para el combate). No le quepa duda que la adrenalina es limitada y se consume rápido (desgraciadamente otros neurotransmisores como la dopamina, oxitocina y varios más que son los responsables de sentirnos muy bien, también son limitados y se consumen muy rápido, pero esto será cuestión de otro folleto). Escuchar activamente es el mejor antídoto para aplacar esta emoción.

Empatice, comprenda sus sentimientos. Comente en voz baja, lenta, que entiende y se da cuenta de lo que está sintiendo y por qué se siente enfadado en ese momento. No está diciendo que está de acuerdo ni cediendo, sino simplemente reconociendo que la otra personas se siente mal.

Acuerde examinar el problema más tarde. Exponga que no es el momento de examinar con tranquilidad el problema, que no es el momento adecuado. Indique específicamente cuando pueden volver a sentarse y tratar de examinar el problema.

Si usted empieza a enfadarse, deténgase inmediatamente. Si usted "entra al trapo" y responde miméticamente ante el enfado de la otra persona con otro ataque de ira, párese, es el momento de dejar la discusión para otro momento, no "añada leña al fuego" y evite daños mayores. Comente que discutirán con más calma el asunto en otro momento. Dos no pelean si una parte no quiere.

Cuando las circunstancias estén tranquilas y la parte racional vuelva a tomar el mando, exponga sus razones. Cuando examinen las cuentas con la situación más calmada, muestre sus motivos. Si son razonables se llegará a un acuerdo y, si no está actuando bien, tendrá que revisar su conducta. Es indispensable que ambas partes estén calmadas y procurando no caer otra vez en enfados que no solucionarán los problemas.

El dejar la discusión para más tarde no puede significar que se olvide o se esconda el problema por miedo a nuevos enfrentamientos. Hay que armarse de valor y afrontar toda dificultad, por desagradable que sea. Y hay que examinar dificultades y problemas conjuntamente para alcanzar una solución razonable que satisfaga a todos.

En el papel parece muy sencillo, pero hay que entrenarse para construir los "cortafuegos" que impidan que el fuego incendie todo el bosque.
Si otros lo han conseguido, usted también puede conseguirlo.


NOTA  Sugerido por Robert Taibbi en Psychology Today
(*) Imagen de entrada tomada de https://www.sbs.com.au/topics/science/humans/article/2016/11/16/are-you-head-person-or-heart-person

No hay comentarios:

Publicar un comentario