martes, 25 de diciembre de 2018

Folleto 165

¡Feliz Navidad!



Días de Navidad, símbolo de que la esperanza nunca muere y que todos los años renace de mil formas distintas según las creencias de cada persona.

La esperanza está a nuestro lado, no hace falta grandes alharacas ni enormes expediciones para encontrarla porque es simple pero está escondida cerca de nosotros en una cueva, y por eso no la vemos. La gran tarea de la Navidad: dejar nuestra vida ordinaria y salir a buscarla. Si eres pastor deja el rebaño y sal a buscarla. Si eres mago deja tu laboratorio y ponte en camino.  Existe, aunque esté escondida existe, y es posible encontrarla.

No importa la altura de las montañas de dificultades que nos rodeen, la profundidad de nuestra ignorancia, las mordeduras de la pobreza, la soledad, enfermedad  y el sufrimiento en general, serán nada ante la infatigable actitud de la determinación a encontrarla y seguirla.

En la Divina Comedia de Dante, antes de entrar en el infierno se podía leer el siguiente lema: “Los que entráis aquí, dejad toda esperanza”. Frase espeluznante; por eso en el infierno se entra cuando se pierde la esperanza; mientras se tenga esperanza no se entra en el infierno.

¿Y cuál es nuestra esperanza, hacia donde caminamos?

Parafraseando al profeta Isaías: “En ese día, sobre nosotros se posará el espíritu del Señor, espíritu de de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y cariño hacia todo lo existente.

No juzgaremos por apariencias ni sentenciaremos solo de oídas; juzgaremos  a los excluidos con justicia, con rectitud a los desamparados. Heriremos al violento con la vara de nuestra boca, y al malvado con el aliento de nuestros labios. La justicia será el manto de nuestros hombros y la lealtad el cinturón de nuestras caderas.

En esa época habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos; un muchacho pequeño los pastoreará. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano  en el escondrijo de la serpiente.

No habrá daño ni estrago por toda la tierra que será santa, porque estará llena de la ciencia del Señor, como las aguas colman el mar.

Aquel día la alienación parecerá absurda, la discordia carecerá de sentido, llegaremos al hogar que tanto habíamos anhelado y la humanidad se erguirá exultante, resplandeciente,  acogiendo en un abrazo a todos los pueblos que participaran en la gloriosa morada de la plenitud.”

¡Feliz Navidad y feliz esperanza activa en la utopía!

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