Endorfinas
La palabra endorfina significa “morfina interna". La endorfina es un neurotransmisor que usa nuestro cerebro para ayudarnos a sobrellevar un dolor físico grande que nos puede dejar indefenso ante nuestros enemigos. La endorfina anula el dolor como si fuera una anestesia. Si un animal es mordido por un depredador, la endorfina le permite correr y escapar a pesar del dolor intenso que esté padeciendo. La endorfina crea una euforia que enmascara el sufrimiento, una ayuda muy grande cuando estamos haciendo un gran esfuerzo en el que nos va la supervivencia.
La endorfina es equivalente a la morfina, la heroína, la oxicodona o naloxona, todos componentes químicos de la familia opioide pero con la gran diferencia de que una es un elemento creado por el cerebro y los otros no. La endorfina es el opioide natural que manda producir el cerebro liberándose en las neuronas cuando experimentamos un dolor agudo. Cuando se ingieren opioides se libera endorfina, pero nos habituamos rápidamente y cada vez se necesita mayor cantidad para el mismo efecto.
Al realizar grandes esfuerzos liberamos endorfinas dándose el caso de corredores de fondo, maratón y similares, que en momentos próximos al agotamiento tienen un gran derrame de endorfinas, lo que se conoce como “un subidón”, originando una gran euforia y bienestar con el peligro de hacerse adictos a estos estímulos que para algunas personas pueden ser de alto riesgo. Igualmente sucede con el hambre aguda, y es una de las consecuencias por la que es difícil normalizar trastornos por falta de apetito como la anorexia aunque este trastorno se suelen presentar asociados a otros problemas.
Sería una tontería crear dolor solo para estimular las endorfinas, es el chiste del que se da martillazos en la mano y comenta lo bien que se siente cuando deja de martirizarse. Muchas prácticas ascéticas en las distintas religiones de infringirse dolor físico (autoflagelarse, cilicios, posturas incómodas, ayunos extremos, vivir encima de una columna muchos años, etc.) tienen escondidas detrás la recompensa secundaria de fluir endorfinas. De alguna manera le han perdido el miedo y el respeto al dolor, como nuestros antepasados le perdieron el miedo al fuego, (aprendizaje que la mayoría de las personas no han conseguido) lo que, en parte y hasta cierto punto, es digno de admiración; están dispuesto a pagar un alto precio por una buena recompensa...
En cualquier momento nos puede suceder algo desagradable: alguien puede romper con nuestra relación, despedirnos del trabajo, caer en una enfermedad grave... Entramos en el campo del dolor.
El dolor es una información riquísima que nos avisa de que algo funciona mal. Una persona que no experimente dolor tiene un grave problema, el dolor le advierte que no corra con una pierna rota: las consecuencias pueden ser peores. El dolor ayuda al autocuidado que nos mantiene vivos.
Decir dolor es decir cortisol (lo veremos en el próximo folleto) y lógicamente, si queremos paliar el dolor tenemos que eliminar el cortisol; pero la naturaleza nos ha regalado un buen aliado, casi mágico y al alcance de todos para eliminar el cortisol. Ese buen remedio es el humor, la risa.
Con la risa liberamos endorfinas que anulan el efecto del cortisol y además ponemos en movimientos músculos que raramente se movilizan y que a su vez liberan más endorfinas.
La risa es semejante a un masaje que alivia el estrés y la tensión. Desgraciadamente, la acción de las endorfinas duran veinte minutos aproximadamente y el dolor vuelve a llamar a la puerta, por lo que debemos buscar nuevos motivos de despertar nuestro humor y usar la risa lo más frecuente que podamos
En tiempos de crisis el mejor medicamento es el humor y la risa porque elimina cortisol y ofrece motivos al cerebro para pensar que no es una alarma de vida o muerte, ofreciendo sentimientos de alivio y relajación. Con el humor y una buena carcajada, las amenazas se vuelven controlables.
Tener guardados en el armario de primeros auxilios elementos de humor, aminorará el efecto del cortisol cuando nos atenace con su dolor y podremos ver esos acontecimientos presuntamente dramáticos con una perspectiva más general y menos amenazadora. Enfrentarnos a la muerte riéndonos es mucho menos dramático, aunque parezca un sin sentido. Y los enfermos, lo primero que necesitan, es el bálsamo milagroso del buen humor, es decir, endorfinas.
En tiempos de crisis, procure despertar el humor de todas las formas posibles; es la mejor vitamina.
En el próximo folleto veremos las consecuencias de un neurotransmisor indispensable para la vida el cortisol.
(*) Imagen de entrada: Ilustración de Sempé.
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