Técnicas básicas para calmar la tristeza o depresión.
Dos de las peores calamidades que existen sobre la tierra son el hambre y la sequía. Pertenecen a las maldiciones de todos los textos religiosos clásicos. La falta de comida y agua ocasionan el marchitarse de todo lo vivo: plantas, animales y hombres.
El trastorno de la depresión es parecido a estas dos calamidades: hambre y sequía. Se secan y mueren el cuerpo, corazón, mente y consciencia. Así como un árbol al no tomar alimento y agua por las raíces se mustia, parece triste y muere, la persona con depresión padece los mismos síntomas: tristeza insuperable, tendencia a llorar sin saber por qué, desgana para emprender una actividad, un gran cansancio y falta de energía antes de haber comenzado cualquier trabajo, pérdida de peso y dificultad para dormir, síntomas que desembocan en unos enormes deseos de morirse para escapar de la falta de comida y agua del desierto donde nada le atrae y todo le aburre.
Habíamos visto anteriormente que la tristeza es producida por la pérdida de un objeto al que queríamos y consideramos muy importante para ser feliz. La depresión es una gran tristeza permanente. ¿Qué hemos perdido en la depresión?
Las depresiones (hay de varios tipos, pero de manera general) parecen tener dos causas principales. Unas tienen causas orgánicas, por ejemplo, el mal funcionamiento del tiroides o la anemia, problemas que se pueden solucionar con la medicación correspondiente que equilibre nuestro organismo. Otras, las peores, son causadas porque hemos perdido el sentido de la vida, el significado de nuestra existencia. Hemos perdido la fe, nuestra cosmovisión y por lo tanto, la esperanza.
La depresión es una pérdida del control de nuestra vida (de algún aspecto que consideramos indispensable para ser feliz) y no tenemos capacidad para integrar esa pérdida de control en nuestra cosmovisión, en nuestra visión de la vida. Nuestra vida se queda sin sentido, sin significado. Me doy por vencido, ya no merece la pena luchar por nada.
Al perder la fe (fe en sentido general, fe en una actividad política, comercial o religiosa), nuestra inteligencia no encuentra motivos razonables para efectuar lo que estamos haciendo. Hemos perdido la confianza en nuestra cosmovisión, en nuestras convicciones; esto es un terremoto en nuestra vida que origina una cascada de acontecimientos en cadena porque el ser humano es un compuesto integrado de cuerpo, corazón mente y consciencia. Todos los elementos son afectados. Nuestra consciencia pierde el contacto con la Verdad, Belleza y Bondad; nuestra mente pierde capacidad de concentración, memoria, voluntad. La sed y el hambre al andar en un desierto sin recompensas ni sentido, causan la creación de espejismos negativos, me inundan los pensamientos tristes y nuestro estado de ánimo, nuestro corazón, comienza a secarse. Pierdo el interés y las ganas en todo lo que me rodea: nada merece el esfuerzo. La vida no merece la pena de vivirse, no hay razones para vivir. Al no poder con mi cuerpo, corazón, mente y consciencia, si pudiera me quitaría la vida. La persona con depresión ha caído en un pozo profundo que los místicos denominan muy gráficamente: “la noche oscura del alma”. Mi consciencia se ha quedado ciega.
¿Qué puedo hacer?
Todos los remedios no son sino variaciones de un tema principal:
Buscad al Señor y revivirá vuestro corazón (Salmo 68, 33)
Si quiero modificar mi estado de ánimo, salir de la depresión, debo modificar mis pensamientos y mi conducta. Mi cosmovisión, por las circunstancias que sean, muchas veces inconscientes, se me ha quedado pequeña, ya no tiene respuestas a las preguntas de mi mente y por tanto, tiene que cambiar, adaptarse a nuevas circunstancias. El traje que me resguardaba de las inclemencias del tiempo, se me ha quedado pequeño; ya no me sirve.
La depresión es una crisis de maduración y crecimiento y solamente tiene una solución radical y profunda cuando mi cosmovisión, mi fe, se adapta a las nuevas circunstancias de mi vida. Es un cambio de piel, es una evolución en mi cosmovisión. Nueva cosmovisión que deben ser guiadas desde el campo de la consciencia, es decir, de la verdad, Belleza y Bondad. La depresión, como el sufrimiento en general, es un aviso de nuestro yo profundo que nos está gritando: “reajusta tu vida, lo anterior ya no sirve”. Debo cambiar mi cosmovisión y al modificar mi pensamiento estoy cambiando también mi conducta y entre los dos aliados, modificaré mi estado de ánimo. Es la estrategia cognitivo – conductual.
Cambiar de pensamiento + modificación de conducta = nuevo estado de ánimo.
(La depresión frecuentemente va acompañada de ansiedad y miedo. Leer el folleto correspondiente y aplicar sus indicaciones)
Una de las características de la depresión es la falta de fuerzas, de energía, de ganas. “Estoy esperando que me entren las ganas para hacer cualquier cosa”. Hay que romper esa dinámica: no tengo ganas – no hago nada. Hay que hacer cosas, poco a poco, sin ganas. Vendarse los ojos y confiar a ciegas en los que me dicen que hay salida. Levantarse del sofá, de la cama, de la t.v.
Técnicas básicas:
1. Buscar ayuda en un profesional de la depresión. Me indicará si debo medicarme o no.
2. Descartar enfermedades orgánicas: tiroides, anemias, etc., causas de depresión.
3. Examinar la situación que origina la depresión. Mi organismo, mi mente, me está hablando y me dice que hay algo que no marcha bien. ¿Puedo cambiar la situación o es imposible y me debo adaptar a ella? (He perdido una pierna, se ha muerto mi madre, estoy en la ruina, me he quedado sin trabajo. Esto es terrible: no valgo nada como persona y de esta forma es imposible ser feliz, etc.)
4. No hacer cambios drásticos en la organización de la vida. Esperar a estar con el ánimo más estable, puedo equivocarme fácilmente al evaluar la situación.
5. Reinterpretar la situación. Refutar los pensamientos negativos falsos.
6. Usar un horario de “reclamaciones”. Negarse a examinar y rumiar pensamientos negativos en horas que no sean de “reclamaciones. Por ejemplo: mi horario de reclamación, de pensar cosas tristes, será de seis a seis y cinco de la tarde. Cuando venga un pensamiento negativo decir tajantemente: “Ahora no, en horario de reclamaciones”, y cambiar de pensamiento. (Ver técnicas de cambio de pensamiento)
7. Alimentarme de “unidades de sentido y significación”. Meditación, oración, lecturas, jaculatorias, mantras. (Ver distintos mantras)
8. Superar el pensamiento y estado de ánimo de “no tengo ganas de hacer nada” y sin ganas, hacer algo, cambiar mi conducta. Estructurar el día.
9. Ejercicio físico: andar, correr, saltar, deportes en general (sin ganas y poco a poco)
10. Baños de mar o piscina. Sentir la caricia y el frío del agua. Es un ejercicio físico especialmente recomendable.
11. Cambiar, en lo posible, estímulos externos. Ropa alegre, paisajes amplios y tranquilos, música apropiada.
12. Esforzarse en rodearse de estímulos alegres: películas, lecturas, música, personas, etc.
13. Visitar centros de energía positiva: iglesias, monumentos, bibliotecas, parques donde jueguen niños, etc.
14. Buscar diez actividades que siempre me han gustado hacer. Dedicarles más tiempo de lo normal a ellas.
15. Alimentación correcta. Tisanas relajantes.
16. Sueño reparador. Si no lo consigo ayudarme de somníferos bajo supervisión médica
.
Ilumina, Señor, nuestros corazones (cosmovisión, pensamientos) y fortalece nuestras voluntades (conducta), para que sigamos siempre el camino de tus mandatos (Verdad, Bondad, Belleza) reconociéndote como nuestro guía y maestro. (Orac. Laudes. Viernes III 4 semanas del T.O.)
El trastorno de la depresión es parecido a estas dos calamidades: hambre y sequía. Se secan y mueren el cuerpo, corazón, mente y consciencia. Así como un árbol al no tomar alimento y agua por las raíces se mustia, parece triste y muere, la persona con depresión padece los mismos síntomas: tristeza insuperable, tendencia a llorar sin saber por qué, desgana para emprender una actividad, un gran cansancio y falta de energía antes de haber comenzado cualquier trabajo, pérdida de peso y dificultad para dormir, síntomas que desembocan en unos enormes deseos de morirse para escapar de la falta de comida y agua del desierto donde nada le atrae y todo le aburre.
Habíamos visto anteriormente que la tristeza es producida por la pérdida de un objeto al que queríamos y consideramos muy importante para ser feliz. La depresión es una gran tristeza permanente. ¿Qué hemos perdido en la depresión?
Las depresiones (hay de varios tipos, pero de manera general) parecen tener dos causas principales. Unas tienen causas orgánicas, por ejemplo, el mal funcionamiento del tiroides o la anemia, problemas que se pueden solucionar con la medicación correspondiente que equilibre nuestro organismo. Otras, las peores, son causadas porque hemos perdido el sentido de la vida, el significado de nuestra existencia. Hemos perdido la fe, nuestra cosmovisión y por lo tanto, la esperanza.
La depresión es una pérdida del control de nuestra vida (de algún aspecto que consideramos indispensable para ser feliz) y no tenemos capacidad para integrar esa pérdida de control en nuestra cosmovisión, en nuestra visión de la vida. Nuestra vida se queda sin sentido, sin significado. Me doy por vencido, ya no merece la pena luchar por nada.
Al perder la fe (fe en sentido general, fe en una actividad política, comercial o religiosa), nuestra inteligencia no encuentra motivos razonables para efectuar lo que estamos haciendo. Hemos perdido la confianza en nuestra cosmovisión, en nuestras convicciones; esto es un terremoto en nuestra vida que origina una cascada de acontecimientos en cadena porque el ser humano es un compuesto integrado de cuerpo, corazón mente y consciencia. Todos los elementos son afectados. Nuestra consciencia pierde el contacto con la Verdad, Belleza y Bondad; nuestra mente pierde capacidad de concentración, memoria, voluntad. La sed y el hambre al andar en un desierto sin recompensas ni sentido, causan la creación de espejismos negativos, me inundan los pensamientos tristes y nuestro estado de ánimo, nuestro corazón, comienza a secarse. Pierdo el interés y las ganas en todo lo que me rodea: nada merece el esfuerzo. La vida no merece la pena de vivirse, no hay razones para vivir. Al no poder con mi cuerpo, corazón, mente y consciencia, si pudiera me quitaría la vida. La persona con depresión ha caído en un pozo profundo que los místicos denominan muy gráficamente: “la noche oscura del alma”. Mi consciencia se ha quedado ciega.
¿Qué puedo hacer?
Todos los remedios no son sino variaciones de un tema principal:
Buscad al Señor y revivirá vuestro corazón (Salmo 68, 33)
Si quiero modificar mi estado de ánimo, salir de la depresión, debo modificar mis pensamientos y mi conducta. Mi cosmovisión, por las circunstancias que sean, muchas veces inconscientes, se me ha quedado pequeña, ya no tiene respuestas a las preguntas de mi mente y por tanto, tiene que cambiar, adaptarse a nuevas circunstancias. El traje que me resguardaba de las inclemencias del tiempo, se me ha quedado pequeño; ya no me sirve.
La depresión es una crisis de maduración y crecimiento y solamente tiene una solución radical y profunda cuando mi cosmovisión, mi fe, se adapta a las nuevas circunstancias de mi vida. Es un cambio de piel, es una evolución en mi cosmovisión. Nueva cosmovisión que deben ser guiadas desde el campo de la consciencia, es decir, de la verdad, Belleza y Bondad. La depresión, como el sufrimiento en general, es un aviso de nuestro yo profundo que nos está gritando: “reajusta tu vida, lo anterior ya no sirve”. Debo cambiar mi cosmovisión y al modificar mi pensamiento estoy cambiando también mi conducta y entre los dos aliados, modificaré mi estado de ánimo. Es la estrategia cognitivo – conductual.
Cambiar de pensamiento + modificación de conducta = nuevo estado de ánimo.
(La depresión frecuentemente va acompañada de ansiedad y miedo. Leer el folleto correspondiente y aplicar sus indicaciones)
Una de las características de la depresión es la falta de fuerzas, de energía, de ganas. “Estoy esperando que me entren las ganas para hacer cualquier cosa”. Hay que romper esa dinámica: no tengo ganas – no hago nada. Hay que hacer cosas, poco a poco, sin ganas. Vendarse los ojos y confiar a ciegas en los que me dicen que hay salida. Levantarse del sofá, de la cama, de la t.v.
Técnicas básicas:
1. Buscar ayuda en un profesional de la depresión. Me indicará si debo medicarme o no.
2. Descartar enfermedades orgánicas: tiroides, anemias, etc., causas de depresión.
3. Examinar la situación que origina la depresión. Mi organismo, mi mente, me está hablando y me dice que hay algo que no marcha bien. ¿Puedo cambiar la situación o es imposible y me debo adaptar a ella? (He perdido una pierna, se ha muerto mi madre, estoy en la ruina, me he quedado sin trabajo. Esto es terrible: no valgo nada como persona y de esta forma es imposible ser feliz, etc.)
4. No hacer cambios drásticos en la organización de la vida. Esperar a estar con el ánimo más estable, puedo equivocarme fácilmente al evaluar la situación.
5. Reinterpretar la situación. Refutar los pensamientos negativos falsos.
6. Usar un horario de “reclamaciones”. Negarse a examinar y rumiar pensamientos negativos en horas que no sean de “reclamaciones. Por ejemplo: mi horario de reclamación, de pensar cosas tristes, será de seis a seis y cinco de la tarde. Cuando venga un pensamiento negativo decir tajantemente: “Ahora no, en horario de reclamaciones”, y cambiar de pensamiento. (Ver técnicas de cambio de pensamiento)
7. Alimentarme de “unidades de sentido y significación”. Meditación, oración, lecturas, jaculatorias, mantras. (Ver distintos mantras)
8. Superar el pensamiento y estado de ánimo de “no tengo ganas de hacer nada” y sin ganas, hacer algo, cambiar mi conducta. Estructurar el día.
9. Ejercicio físico: andar, correr, saltar, deportes en general (sin ganas y poco a poco)
10. Baños de mar o piscina. Sentir la caricia y el frío del agua. Es un ejercicio físico especialmente recomendable.
11. Cambiar, en lo posible, estímulos externos. Ropa alegre, paisajes amplios y tranquilos, música apropiada.
12. Esforzarse en rodearse de estímulos alegres: películas, lecturas, música, personas, etc.
13. Visitar centros de energía positiva: iglesias, monumentos, bibliotecas, parques donde jueguen niños, etc.
14. Buscar diez actividades que siempre me han gustado hacer. Dedicarles más tiempo de lo normal a ellas.
15. Alimentación correcta. Tisanas relajantes.
16. Sueño reparador. Si no lo consigo ayudarme de somníferos bajo supervisión médica
.
Ilumina, Señor, nuestros corazones (cosmovisión, pensamientos) y fortalece nuestras voluntades (conducta), para que sigamos siempre el camino de tus mandatos (Verdad, Bondad, Belleza) reconociéndote como nuestro guía y maestro. (Orac. Laudes. Viernes III 4 semanas del T.O.)
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