sábado, 28 de septiembre de 2019

Folleto 184

Pereza y zona de confort



Cuando estamos instalados en la zona de confort, no importa cuántos videos motivacionales veamos, o cuántos libros de autoayuda leamos, generalmente nos motivan, como mucho, un rato. Posteriormente todo vuelve al punto de partida.

Somos perezosos y salir de nuestra zona de confort (estar  sentado   navegando en internet, jugando o viendo series de televisión) día y noche hace que pasemos  jornadas enteras sin hacer algo constructivo.

Hay una solución muy simple para esto.

Empiece realizando una actividad física. Tiene que levantarse ahora mismo de donde sea que esté sentado o acostado. No puedo enfatizar esto lo suficientemente. Problablemente, haya intentado ir al gimnasio y no funcionó. Posiblemente, sea porque personalmente no disfrutaba visitando el gimnasio, pero se esforzó de todas formas porque otros muchos le daban ejemplo. No haga eso ahora, no va a ser capaz y no le ayudará.

domingo, 8 de septiembre de 2019

Folleto 183

Desarme con humor a su ofensor



¿Quién no se ha encontrado con el típico gracioso que se mete frecuentemente con nosotros colocándonos una etiqueta que a él le origina un ataque de risa pero que a nosotros no nos hace ningún chiste?

"Hombre, Antonio, ¿qué comes que cada día estás más feo, o más gordo o eres más tonto?  ¿Estás embarazado o embarazada"

Y si tiene alrededor alguien que le sigue la corriente uniéndose a su burla, entonces nuestra incomodidad aumenta exponencialmente.

Bárbara Berchkhan tiene un práctico libro, Judo con palabras, donde examina el problema y ofrece una sencilla y fácil solución para enfrentarnos a estos aprendices de bufones sin gracia que tanto nos pueden molestar.

El humor es una de las herramientas más poderosas que tenemos los humanos, y el reírnos  de la gente maleducada, de los pedantes, de los arrogantes, de los tiranos, supone una satisfacción enorme; y una defensa que podemos ejercitar contra estos individuos desconsiderados, sin despeirnarnos, sin aparentemente contraatacar diciéndole que se meta los comentarios en las narices, sin enfadarnos con ellos y sin mostrar esfuerzo alguno. Sobre todo si ese maleducado aparece en las reuniones familiares y hay que mantener las formas para no originar un conflicto desagradable en la cena.

La técnica consiste en el refrán sin sentido.

domingo, 1 de septiembre de 2019

Folleto 182

La Ley del Embudo



La profunda necesidad de buscar seguridad en un mundo, a veces, muy hostil, nos conduce frecuentemente a comportamientos patéticos y egoistas, que vistos desde fuera, distanciadamente, nos hace ver las reacciones primarias, propia de niños malcriados por las que nos conducimos ante las dificultades que se presentan.

La Ley del Embudo (ancho para mi, estrecho para los demás) o como se denomina en psicología social con el pomposo nombre de “el error fundamental de atribución”, consiste en que, cuando otra persona comete un error o mala conducta, este se le atribuye a su carácter, actitud o mala educación, jamás a las circunstancias. Si alguien se salta un semáforo en rojo, se debe a que es un imprudente, un borracho o un antisocial. Su personalidad no es muy madura. En cambio, cuando nosotros cometemos un error o una mala conducta, es debido a las circunstancias, no a mi personalidad: yo me salto el semáforo en rojo porque tengo que llevar urgentemente a alguien al hospital o tengo una prisa tan grande para recoger a mis hijos del colegio que no puedo esperar a que el semáforo se ponga en verde. Mi personalidad es muy madura, no soy un antisocial.

La Ley del Embudo siempre disculpa mis errores, no es mi actitud, sino las circunstancias inexcusables las que me obligan a actuar de esa manera, en cambio, en los otros, es su mal carácter o estupidez los que les hacen actuar así.