"Bienaventurados los pobres, porque suyo es el reino de los cielos"
(Mt. 5, 3)
Hoy ha sido domingo y además he cumplido ocho años, y mi madre se empeñó en que fuéramos toda la familia a la iglesia para escuchar misa, por lo que hemos estado todos juntos en la parroquia que yo recuerdo que hacía mucho tiempo que no íbamos. Durante el sermón, el párroco ha estado hablando sobre las “buenaventuranzas”, que aunque no sé muy bien qué es lo que son, si me parecen que son muchas. El párroco estuvo diciendo que cada Domingo va explicar una, y que a este domingo le tocaba la primera. La primera, dice el párroco, es que los pobres son “buenaventurados”. No entendí muy bien lo que decía, pero me parece que “buenaventurado” significa algo así como estar siempre contento o algo parecido y que los pobres siempre tienen que estar muy contentos y muy felices por ser pobres. Me pareció una gran tontería lo que estaba diciendo el párroco. Yo cuando sea mayor lo que quiero es ser un pirata para estar siempre contento y pasarlo muy bien, y no un pobre que me parece muy aburrido.
Además, mi padre siempre está diciendo que no podemos tener un buen coche, como el vecino que tiene un Mercedes 190 E con aire acondicionado y doce válvulas, que nos montó para darnos un paseo cuando se lo compró, porque somos pobres y no tenemos dinero bastante para tener otro coche, y el que tenemos hay que dejarlo siempre en la acera debajo de un árbol para que no le dé el sol porque la chapa se calienta mucho y luego al montarnos, todo el mundo se pone a sudar, pero como otro vecino que vive encima nuestra también quiere dejar su coche debajo del mismo árbol, mi padre siempre tiene que recogerme del colegio corriendo para llegar a casa antes que llegue el vecino y nos quite la sombra; y también una cosa que me da mucho coraje es que la televisión no se ve muy bien, y el técnico que vino dijo que lo que tenía era que el tubo estaba muy viejo y que la única solución posible era comprar otra nueva y mi padre le dijo que ya vería pero cuando se fue le contó a mi madre algo sobre que ya teníamos letras para empapelar el comedor, no sé por qué quería llenar la pared de letras, y a mí me dijo que no teníamos dinero para otra tele porque éramos pobres, pero cuando dan un partido y se ve mal, mi padre se mosquea y le da unos tortazos a la tele que parece que se la va a cargar y mi madre le dice que la deje en paz… Yo por eso no quiero ser pobre, aunque diga el párroco que están siempre muy contentos.
Además, mi padre siempre está diciendo que no podemos tener un buen coche, como el vecino que tiene un Mercedes 190 E con aire acondicionado y doce válvulas, que nos montó para darnos un paseo cuando se lo compró, porque somos pobres y no tenemos dinero bastante para tener otro coche, y el que tenemos hay que dejarlo siempre en la acera debajo de un árbol para que no le dé el sol porque la chapa se calienta mucho y luego al montarnos, todo el mundo se pone a sudar, pero como otro vecino que vive encima nuestra también quiere dejar su coche debajo del mismo árbol, mi padre siempre tiene que recogerme del colegio corriendo para llegar a casa antes que llegue el vecino y nos quite la sombra; y también una cosa que me da mucho coraje es que la televisión no se ve muy bien, y el técnico que vino dijo que lo que tenía era que el tubo estaba muy viejo y que la única solución posible era comprar otra nueva y mi padre le dijo que ya vería pero cuando se fue le contó a mi madre algo sobre que ya teníamos letras para empapelar el comedor, no sé por qué quería llenar la pared de letras, y a mí me dijo que no teníamos dinero para otra tele porque éramos pobres, pero cuando dan un partido y se ve mal, mi padre se mosquea y le da unos tortazos a la tele que parece que se la va a cargar y mi madre le dice que la deje en paz… Yo por eso no quiero ser pobre, aunque diga el párroco que están siempre muy contentos.
Los piratas tienen unos barcos de velas estupendos y siempre están paseándose por el mar sin hacer nada como no sea emborracharse, cantar y reírse mucho o asaltar barcos de gente rica para quitarles el dinero y seguir paseándose por el mar, como hace el rey Juan Carlos, aunque no he visto en la tele que el rey se emborrache o asalte barcos pero mi padre dice que en la tele solo sacan lo que a los jefes no les molesta. A mí me gusta mucho el rey Juan Carlos porque se ríe mucho y siempre está en su barco mirando el mar.
Mi primo Antonio también quiere ser pirata y dejar de ir al colegio que dice que es una estupidez. Él es mayor que yo y ya está estudiando matemáticas y ha dibujado una contraseña para reconocernos entre nosotros y que nadie nos coja prisionero. Es una letra que él dice que es griega y que se llama pi, y al lado dibuja una rata, con lo que se lee pi-rata, es decir, pirata. Y es un secreto que nadie conoce, solamente nosotros dos.
El párroco decía, que me acuerdo muy bien, que tengo muy buena memoria para todo y no sólo para lo malo, como dice mi padre, que la “sencia” de Dios es ser feliz y que Dios quería que todo el mundo fuera feliz y que Dios nos tenía mucho cariño, y que nunca estábamos más cerca de Dios que cuando éramos felices, porque entonces nos parecíamos mucho a él, y que las “buenaventuranzas” eran un mensaje de Dios para decirnos cómo debíamos comportarnos para ser felices también nosotros. No sé que será eso de la “sencia”, debe ser algo así como un traje que hay que ponerse para parecernos a Dios, como cuando yo me disfracé de pirata con el traje que me regaló mi tío y en la caja de cartón traía una pintura de un pirata con barba, un parche en el ojo y una pistola en la mano, con su barco “El veloz” con las velas hinchadas por el viento detrás suya, pero la “sencia” del disfraz no debía ser muy buena porque la verdad era que yo me parecía muy poco a ese pirata… Si Dios nos quiere tanto no consigo entender por qué quiere que seamos pobres, es algo que no me entra en la cabeza, seguramente el párroco está equivocado y lo que Dios quiere es que seamos todos ricos para estar siempre contentos.
Le pregunté a Antonio por qué los pobres son “buenaventurados” pero él tampoco sabía qué significaba eso y que lo único que estaba seguro es que los semáforos están llenos de pobres pidiendo dinero por limpiarte los cristales del coche y que todo el mundo les chillaba diciéndoles que les dejaran tranquilo y que su padre se ponía echo una fiera cada vez que se le acercaba uno con un cepillo en un semáforo, y decía que era una vergüenza que el Ayuntamiento no quitase a esos pobres de ahí.
He soñado esta noche con los piratas. Ha sido un sueño muy bonito y no quería despertarme pero me llamaron para ir al colegio y así se acabó el sueño. Yo era el capitán de un barco pirata que se llamaba “El veloz”, y estaba vestido como el pirata del disfraz que me regaló mi tío; igual, igual que el dibujo de la caja de cartón del disfraz. Pero no estaba yo solo; todos los niños de la clase, mis hermanos y mis primos, éramos piratas y estábamos riéndonos y jugando todo el día. Lo que más nos gustaba era comer con los dedos sin parar tartas al whisky y que nunca se acababan pues la despensa del barco estaba abarrotada de ellas. Nos dirigíamos a nuestra base secreta, que era una isla en medio del mar con playas llenas de palmeras y cocoteros como en los anuncios de bañadores del Corte Inglés. De pronto, el vigía, desde arriba de un palo gritó que nos perseguía otro barco. Era un barco negro, yo lo veía muy bien, todo el mundo estaba vestido de negro y se parecían a los profesores del colegio y al malo de la película que vi el otro día en la tele. Por más que intentábamos correr, nuestro barco iba muy despacito, cómo si no pudiese andar, mientras que el barco negro se iba acercando poco a poco para agarrarnos. Entonces se me ocurrió la idea de que íbamos muy cargados y grité a los demás que empezáramos a tirar al agua todo aquello que no sirviese para nada, como baúles llenos de arena que alguien había recogido en una playa y cosas así. Todo el mundo ayudaba a tirar cosas: mi hermanita Lucía echó al agua dos cajones llenos de chapas de cervezas que se había puesto a coleccionar y que ya estaba cansada de ellas, mi primo Antonio unos barriles repletos de libros de matemáticas con una letra muy chica que pesaban muchísimo… y empecé a notar que nuestro barco corría más y más, y que sin darnos cuenta comenzó a elevarse sobre el mar y a volar hacia arriba, hacia las nubes, hacia el sol, dejando muy atrás al barco negro y a sus marineros que estaban todos muy enfadados. Entonces un pirata gritó riéndose: “¡Ya somos pobres, ya somos pobres!” y todos le contestamos levantando los brazos, saltando y chillando muy contentos: “¡Ya somos pobres, ya somos pobres! ¡Ya no pueden cogernos, nos escapamos!”
Entonces comprendí qué significaba ser pobre: tirar al agua todos los trastos viejos que pesan mucho y que nos agarran para que no podamos correr. Dios, como el viento, era quien nos guiaba y empujaba sin tanto peso
El próximo día que vea al párroco le contaré que ya sé qué significa la “sencia” de Dios: ser un pirata pobre.
Nadie quiere ser pobre, pero al final nos damos cuenta que tiene una gran ventaja sobre el rico.
ResponderEliminarEstimado @s19029,
Eliminarmuchas gracias por tu comentario.
Saludos.