Pequeños insectos que corroen el árbol (III)
Continuando el folleto anterior, les pongo un ejemplo dentro de la tradición occidental (De las florecillas de San Francisco, Cap. VIII) de una persona que sabe controlarse ante las adversidades. Lo que Francisco llama la “alegría perfecta”, nosotros denominamos plena realización, iluminación, como quiera llamarle; y donde coloca el colorido cristiano, reenmárquelo en el suyo, el nombre es lo de menos. Y la técnica es la misma: profundizar sobre nuestra identidad.
Capítulo VIII
Cómo San Francisco enseñó al hermano León en qué consiste la alegría perfecta
“Iba una vez San Francisco con el hermano León de Perusa a Santa María de los Ángeles en tiempo de invierno. Sintiéndose atormentado por la intensidad del frío, llamó al hermano León, que caminaba un poco delante, y le habló así:
- ¡Oh hermano León!: aun cuando los hermanos menores dieran en todo el mundo grande ejemplo de santidad y de buena edificación, escribe y toma nota diligentemente que no está en eso la alegría perfecta.
Siguiendo más adelante, le llamó San Francisco segunda vez: