lunes, 12 de septiembre de 2016

Folleto 86

Pequeños insectos que corroen el arbol (II)


Las desventuras presentes provienen de nosotros mismos (la realidad, evaluada negativamente desviada, no coincide con nuestros deseos) y son estimuladas externamente por lo que llamamos el mundo: frío, calor, falta de recursos, o por los demás: desprecio, injusticia, malos tratos en general.

El dolor físico es inevitable, mientras tengamos un cuerpo sentiremos dolor; la medicina intentará paliarlo y lo consigue poco a poco, pero es inevitable (me tuerzo un tobillo, choco con una puerta, las muelas, el oído, la cabeza, frío, calor, la lista es interminable) Pero el sufrimiento, producido en el nivel de la psique, es opcional. (el dolor físico lo transformamos en psíquico) Elegimos sufrir. ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo puedo elegir lo que me hace daño? Por ignorancia; continuamente comemos bombones envenenados con apariencia agradable y las consecuencias son siempre, con una lógica inapelable y simple, dolor de estómago.  La solución es muy sencilla: despertar, aprender, iluminarnos, distinguir el alimento bueno del que nos hace daño.

No solamente conocer la solución, sino entrenarnos en ella, practicarla, porque arrastramos en nuestro cerebro impulsos, tendencias, pulsiones, que en otra época fueron indispensables para la supervivencia y hoy están obsoletos, obstáculos interiores que se unen a las dificultades externas del mundo y los demás.

En esta carrera de obstáculos que es la peregrinación en busca de sentido y significado, hacia el desarrollo de la consciencia, “en el sendero de la Sabiduría” como afirman los budistas, muchas veces nos encontramos con dificultades que son pequeñas, pero muy continuadas, que a la largan nos agotan, descorazonan, desaniman. Como decíamos en el folleto anterior, no luchamos contra terremotos o huracanes, sino contra insectos que nos corroen poco a poco; frustraciones continuas.

La técnica para solucionar estos problemas es la misma que para los grandes problemas. El despertar a nuestra verdadera identidad.

El estado de despertar pasa por la atención inteligente sobre lo que nos está haciendo sufrir, atención que separa los espejismos de la realidad. Y sobre la realidad objetiva, desnuda de cáscaras subjetivas, someterla a la reflexión de nuestra verdadera identidad. De esta forma, poco a poco, educamos a nuestra mente en la dirección de los grandes maestros que nos han precedido en el camino que cada uno debe recorrer. El descubrir nuestra verdadera identidad y entrenarnos en ella, es la piedra filosofal que cada uno debe hallar, el tesoro escondido, la perla preciosa, y así se inicia la gran aventura del despertar a la consciencia, el camino del corazón, la compasión y la cáritas. Es un camino que aparentemente nunca acaba, pero los resultados se dan pronto, cuando comenzamos su andadura.

No es algo inaccesible, fuera del alcance del hombre; no es necesario quebrantar las leyes naturales; la piedra filosofal está a nuestro alcance, dentro de nosotros mismos. Si otros lo han conseguido, nosotros también podemos; de esta forma nos hacemos inquebrantables, a las grandes catástrofes y a los pequeños insectos. Lo cual no significa resignarnos, sino discernir claramente cuál debe ser nuestra mejor conducta.

Cuando conoces tu verdadera identidad, comienzas a despertarte y a triunfar sobre los automatismos internos. Los demás dejan de ser enemigos para convertirse en párvulos en el parvulario de la vida. Enfadarse con los párvulos es problema de uno, no del infante. Deberás controlarlos, pero sin amargura, resentimiento, odio o deseo de revancha y venganza. ¡Qué tarea tan difícil tenemos por delante, pero que ricos son los resultados! ¡Comienzan a salirnos las alas!

Le coloco los apuntes de dos personas que han conseguido este descubrimiento, una oriental y otra occidental:

Con el pensamiento y la intención pura,
Consideraré siempre a todos los seres sintientes
Como lo más valioso del mundo.
Más valioso que la joya que satisface todo deseo.

Examinaré mi mente de todos sus pensamientos,
Y tan pronto como surja un estado negativo,
Con firmeza me enfrentaré a él y lo alejaré de mí,
Pues constituye un peligro para mí y para los demás.

Cuando vea a seres con actitudes negativas,
Oprimidos por sus pensamientos perturbadores,
Los consideraré valiosos, como si se tratasen de un precioso tesoro oculto por el barro.
Y los liberaré de todo su dolor y sufrimiento.

Cuando me encuentre en situaciones difíciles,
Y me rodeen el llanto y el cansancio,
Las consideraré de un gran valor, como si se tratasen de un precioso tesoro
Pues son muy difíciles de encontrar y me ofrecen oportunidades para crecer.

Cuando otros me traten mal,
O de forma claramente injusta,
Aceptaré para mí esta derrota
Y ofreceré la victoria a los demás.

Cuando alguien a quien he ayudado grandemente
O en quien he depositado un gran cariño
Me lastime injustamente,
Lo consideraré un gran maestro.

En resumen, ofreceré directa o indirectamente y secretamente,
Toda la felicidad y todos mis esfuerzos a todos los seres sintientes,
Considerándolos como si fueran mis padres y madres,
Y los liberaré de todo su dolor y sufrimiento.

Mantendré estas prácticas alejadas e incontaminadas,
Libres de los pensamientos mundanos irracionales
Que son ilusorios, engañosos y originan las ataduras de la esclavitud.

Estrofas para la educación de la mente. Ocho pasos hacia la felicidad.
Gueshe Kelsang Gyatso

En el próximo folleto colocaremos la anécdota desde el mundo occidental.

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