Autocontrol (IV). Fiestas de Navidad
De pronto, las calles están llenas de luces con mensajes de felicidad y próspero año nuevo... Cuando a estas personas lo que verdaderamente les apetece es que la dejen en paz y no les martilleen con tanto anucio vacío y aburrido. Para algunas personas, tanto jolgorio externo es contraproducente y lo único que consigue es aumentar su soledad y autoconvencerse de que no les gusta este mundo.
Son días en que las ocasiones para aumentar el estrés aumentan exponencialmente. Situaciones que nos sirven a todos para entrenarnos en nuestro autocontrol.
Si hay problemas entre los familiares, conocidos, compañeros de trabajo, con los que hay que compartir celebraciones, alégrese, es una oportunidad para ejercitar su autocontrol y es un tiempo apropiado para volver a buscar algo en común con ellos.
Si está siguiendo una dieta para adelgazar, alégrese, es una oportunidad para ejercitar su autocontrol entre tantas comilonas.
Si no anda demasiado sobrado de dinero, alégrese, es una oportunidad para ejercitar su autocontrol y discriminar entre los regalos que tiene que hacer (los útiles de los inútiles). Además, se preparará estupendamente para la cuesta de enero.
No caiga en la trampa de focalizar su atención solamente en la diferencia entre lo que podría ser y lo que es, aumentadas las expectativas con innumerables anuncios de gente saboreando la vida. Esa comparación acabará en otra decepción más que añadir a la larga lista de años anteriores. Por el contrario, vamos a buscar pequeñas soluciones a estas contrariedades.
Primero. Tenga la total seguridad de que no está solo. Y saber esto disminuye nuestras exigencias. A muchísimas personas les ocurre exactamente lo mismo que a usted. Convénzase que que no tiene nigún trastorno especial que le incapacite para divertirse, sino que simplemente sus gustos son diferentes a los de otras personas, nada más.
Segundo. Imagínese que se prepara para estos días un traje (invisible) de material aislante que impide el ataque de cualquier virus desagradable (observaciones de parientes, comilonas, jolgorio externo, etc) y le mantendrá a salvo de sus acometidas. Si algún familiar o conocido le vuelve a comentar cariñosamenter que si ya tiene acompañante fijo en su vida, o si se le está cayendo el pelo, o si parece más grueso... Nada ni nadie puede atravesar su capa impermeable.
Tercero. Controle las celebraciones. Si no le agrada asistir a reuniones que le deprimen, no vaya. Dese permiso para elegir un par de ellas como máximo, donde ejercerá su autocontrol de ser usted mismo, y niéguese rotundamente a acudir a ninguna más.
Cuarto. Tenga el valor y el coraje de ser usted mismo, de aceptarse tal y como es. Y haga exactamente lo que se le apetezca sin sentirse empujado a llevar una vida como los demás.
Quinto. Intente buscar como hacer un favor, pequeño o grande como mejor pueda, a otra persona. Es una buena vacuna contra el aislamiento.
Sexto. Si consigue superar todas estas fiestas sin sentirse demasiado mal, concédase un premio, por pequeño que sea: unos zapatos nuevos, unos calcetines de colores, una bolsa de agua caliente para la cama...
Y recuerde: Hay metas que no se pueden comprar con dinero, hay que conquistarlas, que es algo completamente distinto.
Conquiste su forma de disfrutar de la vida a su modo, en este tiempo de Navidad.
Saludos.
Tienes razón, Javier, las fiestas navideñas se nos han ido de las manos. y se han convertido en algo dominado por la sociedad de consumo. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Teresa.
EliminarRecuerdos a Manuel Felipe y a toda la familia.