martes, 7 de agosto de 2012

Folleto 47

Pregúntele a su cuerpo


      Lo que pensamos, las emociones que percibimos y sentimos, se reflejan en nuestro organismo, formamos un mismo equipo.  Las separaciones que usamos para pedagogía de los estudiantes y entendernos, la separación entre pensamientos, estados anímicos y cuerpo, como si fueran elementos compartimentados y separados, es una ilusión.  Somos un “todo”, y no un espíritu o consciencia encerrado en la cárcel del cuerpo como defendían algunas filosofías.  Todo pensamiento o toda emoción, tiene un componente físico.  Si tenemos sed, nuestra consciencia, mente, sentimiento y cuerpo, tienen sed.  Y cuando lo pasamos bien, cuando nos sentimos integrados, en paz, contentos: el corazón, el hígado, el páncreas y hasta las uñas de los pies, lo experimentan.

Le preguntaron a Kabir: “¿Cómo es la experiencia de Dios?”. Contestó Kabir: “Es como un mudo que ha probado el azúcar.  Le gusta, pero no sabe decirlo”.  Y prosiguió: “Pero sabe agrandar los ojos y alegrar el rostro y alargar la sonrisa.


No es posible tener pensamientos, sentimientos, acciones, sin que se reflejen en nuestro organismo físico, en nuestro cuerpo.


Un ejemplo muy patente son los estigmas de los místicos que reproducen en su cuerpo las llagas de la pasión de Jesús.  Y lo curioso, es que las investigaciones históricas y críticas actuales indican que los clavos de las manos en la crucifixión no fueron hechas en las palmas, cómo indican las pinturas clásicas, sino en las muñecas…  Los místicos que no conocían éste dato histórico, presentan las llagas en las palmas de las manos… La fuerza de la mente y el pensamiento.

Y al revés.  Todos tenemos experiencia de no tener ganas de trabajar, pero empezamos “cómo si…” cómo si tuviéramos ganas, aunque no se nos apetezca absolutamente nada, y al rato parece que tomamos carrerilla y la acción ya no es tan difícil ni cuesta arriba.  Es decir, que cambiando nuestro cuerpo, influimos en nuestra psique.  Los depresivos cultivan de alguna forma la depresión: andan con el cuerpo encorvado, la mirada al suelo, las expresiones tristes…  ¡Cambie su expresión! Y ayudará a cambiar de alguna manera el ánimo.  Cante, respire profundamente, haga un poco de ejercicio…

Cuando no estamos integrados, en paz, la falta de armonía se refleja en el cuerpo y por lo tanto, demos la vuelta al raciocinio y si tengo una parte enferma de nuestro cuerpo es bueno preguntarse: “¿Qué me quiere decir mi cuerpo con esta dolencia?”  ¿Qué me quiere decir este dolor de estómago antes de ir a trabajar o esta fiebre cuando me levanto para ir al colegio?  ¿Qué pensamiento escondido me está produciendo estos síntomas?  ¿Qué ley universal estoy infringiendo?  Intente ponerse en esa parte del cuerpo dolorida y pregúntele que quiere decirle…  Por supuesto, hay dolencias que no responden a estas interrogaciones, no son ocasionadas directamente por nuestros fantasmas internos, no caiga en culpabilizarse sin fundamento, pero algunas dolencias son ecos y reflejos de lo que estamos pensando, sintiendo y haciendo.  Discriminarlas es cuestión de madurez y experiencia, pero debemos saber que  los pensamientos, emociones y acciones enfermizas, tienen su reflejo en nuestro cuerpo.

Una técnica interesante para liberarnos de los pensamientos y sentimientos negativos y tóxicos es desarrollar un ritual de liberación y purificación.  Por ejemplo: cuando experimento la desagradable sensación de que he perdido el tiempo viendo demasiada tv o leyendo algo estúpido, voy a construirme un ritual para poder decir después de ejecutarlo: “Ahora estoy libre”.

Chopra ofrece una lista de sugerencias que me resultan atractivas:
1. Ordena tu entorno
2. Arregla algo que lo necesite.
3. Deshazte de un objeto que no consideres indispensable, simplifica tu vida.
4. Sé generoso; haz una donación, una limosna, una ayuda ecológica, un favor a alguien.
5. Alimenta sanamente tu cuerpo
6. Lee durante un rato un artículo formativo.

Una vez que hayas terminado tu ritual, siéntete libre interiormente y no pienses más en lo sucedido, en el pasado, y toma la fuerte decisión: “la próxima vez” no caeré en esta trampa.

Afirmaba  Peace Pilgrim, esa formidable mujer, que: “No olvidemos que en todas las personas existen, aunque pueden estar escondidas, semillas de paz, tranquilidad, etc.  Hay que despertarlas.  Mantente en contacto con lo sano, refrescante y saludable que haya en ti y en tu alrededor y busca las semillas de la alegría, la paz y la comprensión”.

Ánimo y adelante.




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