lunes, 15 de enero de 2018

Folleto 142

Técnica del domador



Hace un siglo, un domador de leones, Clyde Beatty, descubrió una técnica que le permitía adiestrar leones, jaguares, hienas y pumas, incluso introducirlos a todos juntos en una jaula del circo y hacer con ellos distintos números y juegos. En el culmen de su fama se encerraba con 40 leones y tigres de ambos sexos y a pesar de lo peligroso que eran todos estos animales, los conseguía dominar (se puede ver en youtube). Aunque parezca increíble,Beatty murió de muerte natural a una edad muy avanzada sin que le devorara ninguna de estas fieras.

La figura clásica de un domador de fieras incluye además del disfraz de explorador, un látigo y una pistola, Beatty introdujo una silla. El látigo y toda la parafarnalia en realidad no tenían importancia, lo realmente influyente era la silla.

Cuando el domador mantiene la silla en frente de la cara del león, éste focaliza la atención en las cuatro patas de la silla al mismo tiempo. Con su atención dividida, el león se queda confuso e inseguro sobre lo que sucederá después, permanece en postura de alerta y espera, pero sin atacar al domador. Esta técnica aparentemente tan simple,fue después adoptadas por casi todos los domadores de fieras.

Es exactamente lo que nos pasa a las personas cuando tenemos muchos estímulos y objetivos alrededor y no sabemos decidirnos.

Nos explican distintos métodos para adelgazar, para mantenernos en forma, para hacer meditación, para desarrollarnos psíquicamente, para hacer una tortilla, para, para, para… Cada experto cree que su método es el mejor y nos bombardean con dicho método, pero lo único que conseguimos es frustración e incapacidad para la elección debido a la cantidad de información confusa que recibimos; como resultado nos quedamos en la inacción. Tenemos la silla del domador en frente de nuestra cara

El hábito de comenzar es la mayor dificultad para los propósitos: el decidirnos, el dar el primer paso, es lo más difícil de todo.    La solución es concentración en lo que queremos y no distraernos con otras consideraciones. Si quiero mantenerme en forma y he decidido que debo salir a correr, si comienzo a pensar que hace frío, que es incómodo cambiarme de ropa, que después tendré que ducharme y no tengo ganas, etc., etc., estoy frente a la silla del domador.  Tenemos la experiencia que cuando una cosa tiene que ser hecha por su importancia, no hay nada que nos distraiga. Nuestro gran enemigo es la distracción y la incapacidad para comenzar que nos convierte en indecisos e inactivos.

Como al león, la silla de las circunstancias nos deja sin hacer nada.

No se distraiga, tenga claro cuáles son sus objetivos y póngase en marcha. Caiga quien que caiga, persiga sus sueños, sea disciplinado y llegará a la meta.

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