martes, 8 de diciembre de 2020

Folleto 219

Reglas de Jefferson



Thomas Jefferson fue el tercer presidente de los Estados Unidos, contribuyó activamente en la redacción de la Constitución de su país, es considerado uno de los Padres Fundadores y de los más grandes presidentes de esa nación. Su casa a la que denominó Monticello, de estilo neoclásico paladiano, situada en Charlottesville, Virginia y que él diseñó, está catalogada  Patrimonio de la Humanidad y es un centro de peregrinación en USA.

Jefferson desarrolló una lista de reglas para el comportamiento personal que condensó en “doce reglas de conducta para la vida”  de las cuales la número 10 dice: “Tome siempre las cosas por su lado suave”. ¿Qué quiere decir esta regla?

Es una referencia a un pasaje del estoico Epícteto donde explicaba que cada acontecimiento tiene dos asas, una por la que se puede transportar y otra no. Si tu hermano te trata mal, no lo agarres por su maldad porque esta asa es incapaz de llevarte a ninguna parte, tómalo por la otra asa: es tu hermano, fuisteis criados juntos. No agarre los problemas, los acontecimientos, por las asas débiles, agárrelas por la que pueda sobrellevar el peso, aunque sea incómodo.

Piense en lo bueno de las personas. Piense en dónde tiene la culpa. Piense en cuándo ha cometido usted mismo un agravio similar. Piense en ello como un desafío. Piense en ello como una oportunidad para ayudar a alguien. Piense en lo conectados que estamos entre nosotros. Ese es el mango más suave y resistente de todos.

Si abrimos un periódico, vemos o escuchamos las noticias de hoy, observamos  dramas por todas partes, si examinamos los acontecimientos solamente por el asa negativa, la realidad que contemplamos nos puede llevar a la desesperanza y hastío. No es que  neguemos que existan acontecimientos desagradables, sino que nos fijemos también en los “ayudadores”, en todos aquellos que están colaborando para que el mundo funcione un poco mejor y que sin embargo no son noticias.

Una de las asas nos lleva a la irritación y amargura, la otra nos ofrece esperanza. Un ejemplo entrañable de saber ver algo bueno en medio de difíciles circunstancias nos lo ofrece Emmanuel Lévinas, un filósofo francés de origen judío que fue encarcelado en un campo de concentración alemán durante la II Guerra Mundial.

“Le cuento ahora la historia del pequeño perro amable. Un pequeño perro se había unido a nosotros, a los prisioneros que íbamos a los campos, el pequeño perro nos acompañaba al trabajo; el guardia no protestaba; el pequeño perro no se nos despegó y se instaló con nosotros y cuando volvíamos del trabajo, muy contento, nos acogía dando saltos. En ese rincón de Alemania donde, en la ciudad los habitantes nos miraban como “judíos”, este perro nos tomaba evidentemente por hombres. Los habitantes, ciertamente, no nos injuriaban y no nos hacían daño, pero sus miradas decían mucho. Éramos condenados o contaminados, portadores de gérmenes. Y el pequeño perro nos acogía en la entrada del campo, ladrando alegremente y saltando amistosamente a nuestro alrededor”.

Incluso en el estiércol nacen flores.

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