Aprender a colocarnos "en el ojo de la tormenta"
En nuestra vida nos ocurren una serie de acontecimientos, digamos un 10 %, que son debidos a nuestra buena suerte. Otros sucesos, aproximadamente otro 10%, que podemos atribuir a la mala suerte (sin entrar ahora qué es eso de buena y mala suerte). Y un 80 % son originados por nuestra actitud, nuestros pensamientos, sentimientos y actos. El echar sistemáticamente la culpa a los demás, a las circunstancias, de lo que nos ocurre, es una mala táctica, porque no sabremos nunca en qué nos estamos equivocando y por lo tanto no podremos cambiar de pensamientos, sentimientos y conducta. Volveremos a tropezar en la misma piedra una y otra vez hasta que aprendamos que somos nosotros los causantes de nuestro sufrimiento.
Un trabajador se sentaba con sus compañeros al medio día para tomar su almuerzo. Cuando abría su fiambrera siempre decía lo mismo: “¡Caramba! ¡Otra vez lentejas!” Después de varios días de repetir la misma frase su compañero le comentó: “¿Por qué no le dices a tu mujer que te prepare otra cosa?” A lo que este hombre le contestó: “No estoy casado, yo me preparo la comida todos los días”.
Uno de los criterios para evaluar el grado de nuestro desarrollo psíquico, es examinar cuantas veces perdemos la calma, la paz interior, a lo largo de la jornada. Es muy práctico llevar encima un pequeño cuaderno o una agenda donde anote cuantas veces me he enfadado, puesto de mal humor, nervioso, etc y apuntar en qué situación: (especificar fecha, lugar, hora, pensamientos) Y en vez de atribuirle la causa de nuestra alteración a los demás, intentar comprender en qué nos estamos equivocando. (Atención. Hay una forma sana de perder la calma: de tener miedo, ira, tristeza… Es algo natural, los sentimientos y emociones son indispensables, y hay una forma irracional de perder la calma. Aprender a distinguirlos).
Un ejercicio que debemos practicar es el de mantener la calma como si estuviéramos en el ojo de la tormenta. El ojo de la tormenta es ese lugar en el centro del huracán, tornado o tormenta que se encuentra en calma mientras todo lo que hay a su alrededor está enormemente alterado.
¡Qué sensación tan estupenda aprender a conservar la serenidad mientras a nuestro alrededor todo es un caos! Saber colocarnos en el ojo de la tormenta y poder conservar la calma sean cuales sean las circunstancias. Es una práctica en la que tenemos que ejercitarnos y para la que solamente hace falta motivación y entrenamiento.
Imaginemos que vamos a asistir a una reunión familiar que intuimos que va a ser problemática. Hagamos el propósito de que nos sirva de entrenamiento para nuestro objetivo de no perder la calma. Comprometernos a ser una persona en medio de la reunión ejemplo de serenidad, tranquilidad. Primero, ejercitando la respiración profunda. Segundo, convirtiéndonos en persona que escucha atentamente a los demás. Tercero, dejar a los otros el triunfo de tener razón y disfrutar de la gloria. Si nos lo proponemos podremos hacerlo y convertiremos la reunión en un lugar de entrenamiento para no perder la calma; además es un entrenamiento gratuito…
Comience con ejercicios sencillos: reuniones de amigos, fiestas de niños, personas cercanas como su mujer, padres, hijos, etc., y aprenderemos a manejar situaciones más difíciles como momentos de dolor, infortunio, etc. Y aprenderá a vivir en el ojo de la tormenta. Un lugar en paz mientras a su alrededor existe el caos.
En el próximo folleto intentaremos otra técnica: Encender el interruptor de la calma.
NOTA: Algunas ideas tomadas de Richard Carlson. No te ahogues en un vaso de agua. Grijalbo Montadori.
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