La vida no tiene sentido (I)
Una de las bases fundamentales de la vida buena es el sentimiento, la sensación, de que la vida tiene sentido. Que estamos fluyendo en medio de un río que lleva una dirección. Que lo que estamos haciendo merece la pena y no estamos desperdiciando nuestra vida.
Consecuentemente, no hay un estado de ánimo más desagradable que la sensación de que mi vida no tiene sentido y que por lo tanto nada merece la pena, incluso el mero hecho de estar vivo es un absurdo. Es el aburrimiento, en grado suave, y la depresión patológica en grado exacerbado. Seres en busca de significado, nos definía Platón.
Según las estadísticas, cuando se llega a los sesenta años, ha estado 20 años durmiendo, más de 1 año sentado en el coche en un atasco de tráfico, más de 50.000 minutos cepillándose los dientes, 43 días en distintas salas de espera, y más de 10 años trabajando 24 horas diarias.
Aparentemente, ¡Qué desperdicio de tiempo! ¿Qué sentido tiene todos esos esfuerzos y tiempos aparentemente vacíos? ¿Para qué sirven? ¿Este mundo es absurdo y nada tiene sentido ni merece la pena?
Iddo Landau es un profersor de Filosofía en la Universidad de Haifa y tiene un interesante libro sobre el sentido y significado de la vida que se titula “Encontrar significado a la vida en un mundo imperfecto”. Está publicado en Oxford University Press y voy a compartir algunos de sus apartados en este y siguientes folletos.
Comencemos aclarando que significa las palabras “significado”, “sentido”, “dirección”. En nuestro discurso cotidiano estas palabras tienen que ver con indicación sobre algo, representación, interpretación, traducción, camino o rumbo que un cuerpo sigue en su movimiento, según la RAE.
Por ejemplo, la palabra “wáter” en inglés, se traduce al español por “agua”, ese es su significado. Otro ejemplo: ese cartel en la carretera “significa” que está en obras.
Otra acepción de estas palabras tiene que ver con el valor o importancia de un acontecimiento o cosa. Por ejemplo: “el enamorarme de ti tuvo un gran significado en mi vida”. “Que me prestases dinero tuvo un gran significado en ese apuro económico”.
Vamos a utilizar las palabras “sentido y significado”, en esta segunda acepción: una cosa o situación tiene sentido y significado cuando es algo que posee valor o es digna de estima.
El problema que vamos a considerar es la afirmación de una persona que considera que su vida no tiene “sentido” porque no es capaz de escribir una novela con la calidad suficiente para que merezca la pena ser leída, es decir, no tiene valor. Las personas que han perdido un ser querido, afirman que su vida actualmente no tiene sentido porque lo que había de valioso ya no está con ellos.
Igualmente podemos considerar nuestra insignificancia y falta de valor a escala cósmica. Los humanos no tenemos la menor importancia cuando consideramos esas magnitudes inmensas; solamente podemos influenciar en escala microscópica y un poco a nuestro alrededor y a la galaxia más próxima le importa un comino lo que hagamos. Igualmente, dentro de un millón de años, si es que la humanidad sigue existiendo, ¿se acordará alguien de nosotros? Nuestra vida no tiene la más mínima importancia y valor. No tiene significado ni sentido.
El juego se juega por lo tanto “sobre el valor y la importancia” de cosas y acontecimientos. Normalmente se defiende que una vida con sentido es la que está compuesta con suficientes acontecimientos importantes y valiosos. Una vida sin sentido es la que no ha superado ese listón. Las personas que sostienen que su vida no tiene sentido la describen como “vacía”, es decir, perciben su vida como vacía de sucesos y acontecimientos de importancia; afirman que la vida de las personas comunes es una vida sin sentido ni significado.
Vamos a examinar e intentar y refutar estos argumentos en sucesivos folletos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario