Enemigos, ¿cómo tratarlos?
La escena es bien conocida por todo el mundo: “Eres tonto”, “más tonto eres tú”. Una dinámica que en esencia siempre es la misma:
1.Tú me haces daño.
2. Como tú me has herido yo te devuelvo el golpe.
3, Si tú me contragolpeas ahora te doy otroporrazo más fuerte… Etc.
La espiral se hace cada vez mayor e interminable...
Nuestro cerebro a través de milenios de evolución ha ido desarrollando “programas” nuevos de pensamientos, sentimientos, conductas (estamos en la época de los ordenadores) que se superponen a los antiguos que se quedan obsoletos. Obsoletos pero que están ahí dormitando y es difícil desplazarlos; los recientes programas todavía no están lo suficientemente enraizados para sustituir completamente a los antiguos y en momentos de tensión, los que mandan suelen ser los viejos “programas” que están fuertemente grabados en nuestro funcionamiento psíquico.
A pesar de enseñarlo a los pacientes, a pesar de ser mayor, a pesar de saberlo, continuamente estoy cayendo en la misma trampa una y otra vez. El S.A.R.R. (Sistema Automático de Respuesta Rápida), ante un acontecimiento que tomo por una agresión a mi persona, responde con un programa que hace miles de años era muy bueno para la supervivencia, pero que hoy generalmente no sirve, está viejo, no tiene sentido, pero que toma el mando en situaciones de un poco de tensión y como diría San Pablo, continuamente “hago lo que no quiero”. Y devuelvo la agresión de una forma desagradable.
“Cualquiera se puede enfadar, es fácil; pero enfadarse con la persona adecuada, con el grado adecuado, en el tiempo correcto, por un motivo correcto y de una forma correcta, no todo el mundo tiene esa capacidad y no es fácil adquirirla” (Aristóteles)
La teoría actual defiende que los problemas entre humanos hay que solucionarlos hablando, dialogando, preguntando que sentimientos hemos heridos muchas veces sin darnos cuenta… Pero esto requiere mucho entrenamiento.
Y mientras adquirimos esa habilidad existe una técnica que nos puede ayudar a vencer esta dificultad de caer fácilmente en el enfado con la otra persona, con el “enemigo”. Consiste en contemplar a la persona “enemiga” como un entrenador que nos ayuda a ponernos en forma, como un desafío, aprendizaje, delcontrol de nuestra respuesta. Darles interiormente las gracias por la ayuda que te están prestando gratuitamente. Es más, deberíamos estarle muy agradecidos por la oportunidad que nos ofrece, no es fácil encontrar un buen entrenador…
No le estoy pidiendo que no se defienda, que no se proteja de la gente enferma que hay a nuestro alrededor y que quieren dañarle, sino que aprenda a hacerlo con la habilidad del que practica aikido, judo o cualquier otro arte de no caer en la provocación y dejar al atacante inmovilizado y sin medios de herirle. Contemple en el “enemigo” un entrenador que le está ayudando a conocer una difícil asignatura: el control de uno mismo. Reconozco que hay veces que uno se cansa del entrenador, pero otra vez hay que volver la vista a que lo verdaderamente importante no es que te golpeen o te golpeas, sino que no te quedes en la lona y te levantes. Y con ánimo de mirar adelante y aprender la lección volver a entrar en la zona “blanca” de la compasión, contigo y con los demás, porque como dice una frase zen:
Uno debería conquistar el odio con compasión,
Debería conquistar el mal con el bien,
Debería conquistar la mezquindad con la generosidad,
La mentira con la verdad.
Somos supervivientes de una locura colectiva, acepte sus limitaciones, aprenda de ellas, y no permita que nada ni nadie le contamine y le haga salir de la zona “blanca”, la zona de la consciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario