martes, 28 de marzo de 2017

Folleto 114

Ir a la raíz del problema (I)



“Los problemas de relaciones son ocasionados por la falta de buenos hábitos y la presencia de malos hábitos.  Hay que desarrollar los primeros y disminuir los segundos. No es fácil cambiar los hábitos. Hay que buscar la raíz del problema”

Desacuerdos y desavenencias, los problemas en general, son partes inherentes de la vida. Es lo que llamamos conflictos que pueden solucionarse en sus inicios o terminar en una crisis.

Generalmente ante una mala conducta propia o ajena reaccionamos intentando cambiarla pero independientemente de cómo se haya creado esa conducta, acudir a solucionar los síntomas, aunque importante, no suele ser suficiente. Hay que buscar la raíz del problema y cortarle la cabeza. Si aparecen grietas en la pared de una casa y estas son ocasionadas porque fallan los cimientos, por mucho que intente pintar y rellenar la grieta mientras no solucione el problema de los cimientos, los desperfectos volverán a aparecer.

Nuestro cimiento fundamental, que compartimos con todos los seres vivos, es sobrevivir, y sobrevivir con seguridad; es decir: Estoy vivo y existo, soy capaz y competente, me quieren, puedo hacer aquello que me propongo y debo crecer psíquicamente, madurar, porque esto me hará afrontar los problemas con más recursos y me añadirá seguridad.

Cualquier acontecimiento que yo crea que atenta  contra estos principios raíces de supervivencia me producirán las emociones primarias de miedo (evaluación de que algo es una amenaza a mi seguridad), ira (obstáculo concreto aquí y ahora a mi seguridad),  tristeza (he perdido algo querido para mi seguridad)  Pensamientos que se cristalizarán en comportamientos destructivos y malos hábitos.

Es decir: el miedo, la ira y la tristeza son “síntomas” de que yo creo, generalmente de una forma inconsciente, que mis cimientos se están moviendo. Luchemos contra los síntomas, pero sobre todo vayamos a la raíz del problema.

Como afirma un dicho budista:

“Con firme resolución, guardad vuestra propia mente. 
Quienes incansablemente siguen la verdad y la Disciplina,
pondrán fin al sufrimiento.”

Tener una mente consciente para no hacer daño y no hacernos daño exige estar despierto, lo cual supone entre otras cosas actuar con menos precipitación para darnos cuenta de lo que pensamos, sentimos y hacemos.  Cuanto más observemos nuestras reacciones emocionales en cadena y comprendemos su funcionamiento, cuanto más nos elevemos hacia la raíz del problema, más fácil nos resultará abstenernos.  Permanecer despiertos, no precipitarnos solamente en querer mejorar los síntomas del problema, el ser conscientes de lo que nos ocurre, se convierte entonces en un modo de vida, como afirmaba Pema Chedrón.

¿Es posible, sin ser un especialista en psicoanálisis o algo parecido, aprender algún método para ir a la raíz del problema?  Sí, es posible; con entrenamiento lo podemos conseguir. Casi todo es como aprender a montar en bicicleta, aparentemente imposible y antinatural pero por el contrario, al alcance de todo el mundo que desee dominarlo. Lo examinaremos en el próximo folleto.


(*) Imagen de entrada tomada de: https://www.istockphoto.com/au/photo/plant-with-exposed-roots-gm170943374-20963678

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