lunes, 15 de mayo de 2017

Folleto 118

Personas tóxicas (II)



Tóxico quiere decir venenoso; el veneno o tóxico nos quiere quitar algo, robarnos, ya sea en el campo físico, emotivo,  psíquico  consciencial o espiritual, a nuestras pertenencias y conductas. De forma resumida, un tóxico o veneno es cualquier elemento que te distraiga de tus fines primordiales y que te aparte de lo que realmente te interese.

Personas tóxicas las hay en todos los estamentos: padres, madres, esposos, hijos, policías, curas… Es como si una bacteria infernal –de esas que ocasionan en las películas de ciencia ficción el final de la humanidad- los hubiera contaminado a toda esa clase de individuos haciéndole perder el sentido. Incluso parcelas de nosotros mismos estamos contaminados con bacterias tóxicas internas debido al mal ejercicio de nuestro físico, sentimientos desquiciados, pensamientos enfermos, mal uso de lo que tenemos y malos hábitos.

Externamente estamos rodeados  de vampiros tóxicos que quieren chuparnos la sangre, apartarnos de nuestros intereses para conseguir los suyos y los encontramos hasta en la sopa. Y tenemos que defendernos. Muchas veces nos dan ganas de darles una fuerte patada y expulsarlos de la vida, pero como dice Francisco Gavilán en su libro (que recomiendo) “Toda esa gente insoportable”, “(…) Nunca lo haga: ¡Es detestable maltratar a los animales! Hay otras alternativas”.

Como regla general la descortesía deshonra al que la hace, por aparentemente grande e importante que sea esa persona. Un detalle descortés sólo infama al que lo ejerce. La descortesía solo mancha al que la practica. Los vampiros tóxicos son esencialmente descorteses y frente a estos tipos de detalles, la elegancia, la conducta de una persona evolucionada psicológicamente, es no darse por aludido, ignorarlos. Si se  responde igualmente con descortesía, es que ya te han contaminado. La frase castiza que hay que utilizar cuando un vampiro intenta fastidiarte es aquella que, con una leve sonrisa en los labios, debemos tener archivada para cuando  una chica te pegue un tortazo por ser demasiado galanteador: “Señora, manos blancas no ofenden”.  O aquella otra de “No ofende quien quiere sino quien puede”

El problema es que en muchas culturas el no darte por enterado, el no responder a una descortesía y a una ofensa, es un signo de cobardía ¿Qué hacer en ese caso?

Lo más sencillo es eliminar a los vampiros tóxicos de nuestra vida, si es posible, claro que esto es más fácil decir que hacer, sobre todo si dependemos de ellos. Pero debemos hacerlo porque de lo contrario si se les ofrece gratuitamente lo que intentan robarnos, se instalaran en su vida y comenzarán por quitarle su dinero, su intimidad, su coche, su tiempo y finalmente su energía y su paz interior. Un peaje demasiado caro por no hacerles frente.

En caso de no poder expulsarlos de nuestra vida, de ignorarlos, hay que acudir a las técnicas de las artes marciales, de palabras y obras. Torear al toro y no entrarle a su desafío. Y cuando las palabras no sean suficiente habrá que pasar a la acción, pero a la acción de las artes marciales serias, no de telefilm o del agente 007. Actuar compasivamente e inutilizar a la persona trastornada que te quiere agredir. No puedes dejar que te haga daño, pero actúa con el desapego del “yo gano, tú ganas”. No quiero humillarle, vencerle, destruirle. Hay que tratarlo como si fuera un borracho, una persona fuera de sus cabales, un niño pequeño. Pero no hay que dejar que el niño pequeño te meta el dedo en el ojo porque te puede lastimar seriamente.

Estamos acostumbrados a ver en el cine como se aniquila al enemigo, como se le extermina; es una programación en nuestro cerebro que tiene miles de años de ejercicio, pero cuando la pérdida de una vida ya no nos conmueve (sea una planta, animal o persona), aunque sea alguien al que se le ha colocado la etiqueta de “enemigo” el término "humano" ya no nos describe. Como afirmaba un anciano budista “He estado al borde de un gran peligro; he estado a punto de odiar a los chinos que han invadido mi país”

¿Pura utopía e ingenuidad? ¿Quiere esto decir que no me puedo defender? En absoluto; pero con compasión. Pero por supuesto, si tu compasión no te incluye, es incompleta.

Es un equilibrio difícil de conseguir, pero ese es el camino de la madurez. Hacer lo que hay que hacer.

Séneca cuenta la historia de Catón El Joven, un estoico, que una vez en las termas de Roma fue empujado por un desaprensivo que posteriormente se disculpó a lo que Catón respondió “No tiene por qué disculparse, no recuerdo haber sido empujado”.

En el próximo folleto examinaremos los tres tipos principales de daño que nos pueden infligir los vampiros tóxicos y los principales tipos de vampiros.

Y recuerde: Tiene derecho a vivir según sus libres preferencias y tiene derecho y capacidad a decir “no” a cualquier situación que le haga sufrir porque como afirmaba Franklin: “Allí donde la libertad eche raíces estará mi tierra y mi nación… Y mi Dios”.


(*) Imagen de entrada tomada de: http://www.rdsanjuan.com/desechos-solidos-toxicos/

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