Divorcio (I)
El divorcio es un asunto muy caro; monetaria y emocionalmente. En muchas personas es devastador y le llevará en el futuro próximo gran cantidad de tiempo y energía (y dinero) reponerse.
Monetariamente, con alta probabilidad, sus ingresos van a disminuir drásticamente, al menos temporalmente. Se aproxima un tsunami, una fuerte tormenta económica.
Emocionalmente es como una amputación de un miembro; uno sobrevive, pero es una persona amputada. Y si tiene hijos jóvenes, el problema se acrecentará.
Antes del paso definitivo hay que hacerse dos preguntas:
1. Por muy caro que sea monetariamente, por muy roto que se quede mi corazón, ¿merece la pena continuar viviendo el infierno en que estoy metido?
2. ¿Hay alguna manera de evitar todo este desastre actual (y futuro) y poder llegar a una existencia mucho mejor?
Mi opinión personal es que si las dificultades de convivencia de la pareja no son del tipo “dinosaurio” (enormes e incontrolables: peligro físico, dependencia extrema de drogas, conducta completamente desquiciada) la situación puede cambiar; por muy aparentemente difícil que sea, puede cambiar. Busque un buen profesional que pueda aconsejarle y ayudarle en sus dificultades y dese un periodo razonable de tiempo para el cambio. Si todo sale bien, habrá dado un salto de gigante en su madurez y en su relación de pareja. Y si no sale bien, podrá afrontar el futuro con mucha menos culpabilidad; le queda la tranquilidad que ha hecho todo cuanto estaba en su mano y facilitara enormemente el paso hacia una nueva relación. Monetariamente, con mayor o menor esfuerzo, se podrá rehacer; emocionalmente se recuperará y aprenderá una gran lección en su vida.
Según los expertos, ¿cuál es el problema más frecuente entre parejas y que más degrada esa relación? Lo veremos el próximo folleto
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