Control de las emociones
El paso hacia la transformación psíquica, hacia la madurez y libertad es un proceso costoso que no se produce por casualidad. Necesitamos una disciplina repetida, un adiestramiento constante para abandonar los viejos malos hábitos mentales y encontrar y desarrollar nuevos buenos hábitos mentales que nos hagan capaces de controlar las más diversas situaciones.
Una de las trampas más comunes es depositar toda la responsabilidad de nuestra vida en las circunstancias externas. Cuando sea rico, cuando termine la carrera, cuando encuentre trabajo, cuando me enamore, cuando, cuando, cuando… Entonces cambiará mi vida.
“La princesa que caminaba descalza, se clavó una espina en el pie y pidió a su padre que todo el reino fuera cubierto de alfombras. Un artesano le regaló un par de sandalias y de esta forma resolvió el problema”.
Nuestras espinas son todas las dificultades que nos rodean, necesitamos sandalias para que no nos hagan daño. Las sandalias son la fuerza mental, el desarrollo de habilidades internas que nos hagan posible superar los obstáculos y dificultades que se cruzan y nos asaltan continuamente ante nosotros; el mensaje de todas las grandes tradiciones es muy simple y muy parecido: ser consciente, no apegarse a nada, aceptar inteligentemente cómo son las cosas, benevolencia hacia toda la creación.
Un monje zen, Ajahn Chah, explicaba que una técnica que nos puede ayudar es la de “tomar el único asiento”:
“Ve a una habitación y pon una silla en medio. Toma este único asiento en el centro de la habitación, abre puertas y ventanas y comprueba quien viene a visitarte. Serás testigo de toda clase de escenas y actores, de todo tipo de tentaciones e historias, cualquier cosa inimaginable. Tu único trabajo es permanecer en el asiento. Verás como todo nace y pasa, y a partir de allí, se presentarán la comprensión y la sabiduría”
Es una narración metafórica del distanciamiento que necesitamos de todo aquello que nos sucede, que nos tomamos con tanto dramatismo, y de la visión consciente de lo que nos ocurre. Una buena técnica del control de las emociones que podemos especificar un poco más.
Cuando experimentes una emoción cualquiera: ira, temor, tristeza, culpa, etc.
1. Toma asiento en la silla en el centro de la habitación (párate, respira, observa)
2. Identifica la emoción o las emociones que tienes en este momento, ponle una etiqueta. Identifica al visitante. (Tengo ira, enfado, mal humor)
3. Cuantifícalas del 1 al 100. (Tengo 60 de ira)
4. Busca las razones, los pensamientos, por los que estás sintiendo esta emoción. (Me están insultando, atacando, tratándome mal, etc.)
5. Intenta lo más objetivamente que puedas (necesitas entrenamiento para poder pararte y pensar en esos momentos tan difíciles…) distinguir si es cierto o no lo que te están diciendo.
a. Si es cierto, acéptalo y cambia tu hábito. Di que te has equivocado y no volverás a hacerlo.
b. Si no es cierto, no lo aceptes, distráete, que no te contaminen, examina si merece la pena defenderte o no, dependerá de las circunstancias. Mira a la persona como un niño pequeño que te quiere meter el dedo en el ojo. Contrólalo pero no te amargues.
6. Cuantifica otra vez la emoción: seguramente habrá bajado de intensidad. (Ahora tengo 20 de ira; soy capaz de soportarlo: si la vida es dura, yo más)
Intenta esta misma técnica con la persona que tienes enfrente; busca comprender qué le sucede, las razones por lo que le sucede, empatiza con ella.
El practicar estas técnicas es un compromiso para detener la guerra interior, desarrollar la serenidad, la fortaleza mental y mantenernos en paz. Agradezcámoslo a las personas que nos permiten la oportunidad de ensayar estás prácticas, por muy desagradable que a primera vista nos puedan parecer son unos magníficos entrenadores.
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