sábado, 31 de diciembre de 2016

Folleto 103

Cuento de Navidad (III)



Le animo a que entre en este lugar (http://www.humanrightsaction.org/universal-ethics-campaign.php) lea el texto y, si está de acuerdo, lo suscriba.

La convivencia pacífica de los hombres y naciones requiere un consenso mínimo de valores éticos.

Para conseguir vigencia universal, esta ética necesita ser incorporada en las constituciones de todos los estados y de las Naciones Unidas:

"Los habitantes, el gobierno y el estado de .......................se adhieren a la siguiente
Ética Universal:

I Principios: 

Cada ser humano es dotado de dignidad personal.

Su libertad encuentra sus limites donde comienza la dignidad del otro.

Los portadores de cargos estatales, religiosos, económicos y otros están bajo su servicio.


II   Mandamientos: 

1) Respete al otro como a ti mismo.

2) No mienta.

3) No robe.

4) Respete la vida.

5) Proteja a la naturaleza.


III  Leyes: 

La violación de estos principios y mandamientos está sujeto a desprecio social y castigo bajo reglas y leyes iguales para todos.

El fundamento de estas afirmaciones es colocarnos en el lugar del otro, la regla de oro de la convivencia expuesta positiva o negativamente (haz al otro o no hagas al otro lo que te gustaría o no te gustaría que te hicieran a tí)"


Cuento:

Cuando Don Enrique falleció y llegó al cielo, golpeó con fuerza y determinación a la puerta de San Pedro, que se entreabrió.

- ¿Quién es? –Preguntó una voz

- Soy yo, don Enrique Fernández de Vallebuena -Contestó orgulloso.

- ¡Vete, aquí no hay sitio para los dos!

Y don Enrique tuvo que instalarse en el purgatorio.

Al cabo de un tiempo, volvió a ascender al cielo y volvió a llamar con más timidez a la puerta.

- ¿Quién es? –preguntó de nuevo la voz.

- ¡Soy yo! -contestó don Enrique omitiendo esta vez sus apellidos insignes.

- ¡Vete, aquí no hay sitio para los dos! –le volvió a responder la voz.

Y de nuevo don Enrique tuvo que volver al purgatorio, y de nuevo la misma historia se repitió una, dos, tres, cuatro, cien veces, hasta que un día al preguntarle la voz “Quien es”, don Enrique respondió:

- ¡Soy tú!

Entonces se abrió la puerta y la misma voz le respondió:

- Entra, ahora hay sitio para ti en el cielo.


¡Feliz año nuevo para todo el mundo!


(*) Imagen de entrada: Bandera de la Organización de Naciones Unidas.

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