Tomarse las cosas como algo personal (II)
Una de las tácticas que usan los comerciantes de toda la vida a la hora de negociar y regatear sobre el precio de una compra o venta, es minusvalorar lo que se va a comprar y sobrevalorar lo que uno intenta vender o cambiar. Minimizar el producto contrario, maximizar lo propio. La bicicleta que voy a comprar en el mercadillo de segunda mano no vale el precio que me piden: está despintada, los neumáticos son viejos, el faro alumbra poco, etc., etc. Por el contrario la bicicleta que deseo vender es maravillosa, está nueva, anda estupendamente, etc. En el mundo de la psique es exactamente lo mismo. Hay que aplicar igual técnica a los obstáculos que nos rodean. Minimizarlos al máximo y potenciar nuestras defensas todo lo que podamos. Es el mundo de la propaganda. Tenemos que minimizar los obstáculos, el daño, la dificultad; potenciar nuestros dones.
¡Atención! Lo que estamos atacando es el aspecto fantasmagórico del enemigo, su puesta en escena, que es uno de los elemento que más nos asustan (¡Esto que me ataca es tremendo, insoportable, horrible!) eso no significa que nos confiemos, sino que nos anima y potencia nuestra defensa.
Ante alguien que nos ataca personalmente y tiene razón, (también es utilizable a mis propios pensamientos distorsionados) si reconozco la crítica pero le quito la carga de profundidad a mi identidad, a mi autoestima, la crítica deja de hacerme daño, la puedo sobrellevar perfectamente, la dejo indefensa.
Lo que estoy haciendo es disminuir la capacidad del ataque: Se está equivocando de objetivo (está errando en la diana, me está atacando por un punto donde me considero muy fuerte, se cree que no valgo nada), el tamaño del ataque (no es tan grande, no exageres, no generalices), su duración (dura poco tiempo, dentro de diez años ni me acordaré de esto), frecuencia (esto sucede de higos a brevas, la próxima vez lo haré bien), y dependiendo de la características del obstáculo buscarle todos los puntos débiles que podamos, incluso inventarnos más puntos débiles de los que hay en realidad, el subconsciente no distingue muy bien la realidad…: “Las uvas están verdes…”
Una técnica muy poderosa es ridiculizar al enemigo. Disfrazarlo con humor, poner sus movimientos a cámara lenta o muy rápido, vestirlo con ropa de payaso: zapatos enormes, nariz roja, sombrero viejo... Imaginemos que una persona que nos llama estúpido lo está diciendo a la velocidad de un oso dormilón, un perezoso, que está colgado de una rama y es muy, muy, lento… O se mueve a la velocidad de las películas mudas de los años veinte. Sus insultos perderán fuerza,
Buscar elementos positivos del obstáculo: me está entrenando gratis en paciencia: no responderé airadamente a la provocación. Me está ayudando a fortalecer un buen hábito, debo darles las gracias por la oportunidad que me ofrece, etc.
Vamos a aplicar todas estas técnicas al folleto de hoy. En el folleto anterior exponíamos que no nos creyéramos lo que nos decían, que lo sometiéramos a una crítica racional. Me gusta el nombre con el que en la edad media llamaban, míticamente, al diablo: Príncipe de la mentira. Y el que “desanima”, mata al alma…
En este folleto expondremos que la crítica personal, el argumento que dicen contra nosotros es cierto, nos estamos equivocando en ese aspecto de nuestra conducta, pero que nuestra personalidad es mucho más amplia y que, sobre todo, es inatacable. Es la paradoja de la aceptación. Acepto lo que dicen, pero lo minimizo, lo comparo con mis dones y el ataque pierde su fuerza.
Al atacarnos, y caer en la trampa del ataque, al creérmelo, estoy minusvalorando mi identidad y las dos joyas de la corona: mi autoestima (soy una persona valiosa, digna de ser estimada independientemente de lo que tenga y estatus que posea) y el afecto hacia los demás (la compasión, el respeto al otro)
(Recuerdo frecuentemente la anécdota del anciano sacerdote budista que después de ser liberado de un campo de concentración chino solía decir: “he estado al borde de un gran peligro: he estado cerca de odiar a los chinos”)
Vales mucho, eres mucho más que eso que te critican, tu profunda identidad está muy por encima de las cosas que tienes y de la conducta que circunstancialmente estás efectuando. Posiblemente te estás equivocando en este acto en concreto, pero vales mucho más. (En caso de que dudes, ten preparada una lista de elementos positivos de tu identidad inatacables, mientras más, mejor. Especifícalas: existes, estás vivo, te han dado la maravillosa existencia humana desde la nada, posees autoconciencia, el culmen de la naturaleza que nos rodea, eres el vencedor de una carrera de millones de espermatozoides, etc.)
Eres como un libro que posee miles de páginas; la suma de todas las páginas eres tú. Si una, dos o varias páginas tienen un defecto de imprenta no modifican el valor del libro. El libro vale mucho más que unas páginas incorrectas, las ideas del libro están por encima del formato. Todos los seres humanos tenemos muchas características imperfectas, no somos dioses, es imposible llegar a ser perfectos, es una meta absurda, pero eso no anula nuestro valor intrínseco. Si se acepta a sí mismo como una persona humana con defectos, nadie puede humillarle por ser un humano imperfecto. Por mucho que lo digan los demás. Se equivocan. El mundo no se acaba aquí.
Si el Rey de una nación juega al futbol con sus amigos y es una nulidad como futbolista, nadie le dice que no vale nada “personalmente”; simplemente, como jugador de futbol es una catástrofe pero él, como persona, es mucho más que “eso”.
Estás lavando platos y se te cae uno al suelo y se rompe en mil pedazos; nos pueden gritar o decirnos nosotros mismos:
¡Eres un manazas estúpido, no sirves para nada!
Respuesta: (reconozco y minimizo) Por supuesto, lo siento, no me ha salido bien este plato (reconozco el error y minimizo la cantidad), ya me decía mi padre que yo no sería un buen pinche de cocina sino que estaba destinado a otras cosas (introduzco humor), seguro que hay miles de personas que friegan mejor que yo, la próxima vez (minimizo la frecuencia) lo haré mejor;
¡Eres el peor psicólogo del mundo, nadie vendrá a tu consulta para pedirte ayuda, te morirás de hambre tú y tu familia! ¡Eres un desastre!
Respuesta: (reconozco y minimizo) Puede que tengas razón, seguro que hay miles de psicólogos mucho mejores que yo, no tengo la menor duda, pero lo hago lo mejor que puedo y creo que algunas personas (muy pocas en realidad) salen mejor tras hablar conmigo… A esas personas si les he podido ayudar. Hoy día, afortunadamente, nadie se muere de hambre en nuestro país… ya saldré adelante.
Estás exactamente donde tienes que estar, con tus características y ADN únicos en el universo. Estas en un lugar específico de la muralla defendiendo la ciudad del asedio de los bárbaros; no importa que el sitio sea poco importante, que sea poco lúcido, es la almena que te han mandado defender y donde te han colocado, no te quejes y lucha, tienes los talentos justos para ello. Sé tú mismo. Ni te sobrestimes ni minusvalores. Tus dones son regalos de Dios, de la vida, de la existencia o como quieras llamarlo. Mira a tu alrededor y empléalos lo mejor que puedas para construir un mundo más habitable que el que recibiste, para beneficio y servicio de todos los que necesitan tu ayuda. No se te puede exigir más.
“Que alcances la paz, que confíes, apuestes, que estás exactamente donde tienes que estar, no olvides las infinitas posibilidades que tienes, utiliza los dones que te han ofrecido y compártelos, y deja que esta sensación se asiente en tus huesos y te permita la libertad de cantar, bailar, reír y disfrutar de la vida; está aquí para todos y para cada uno de nosotros” (Teresa de Calcuta).
Si nada te puede atacar personalmente, si te haces inteligentemente indiferente a los obstáculos, a las críticas, a las alabanzas, has entrado en la zona blanca, en la consciencia.
Es una buena meta.
(*) Imagen de entrada tomada y traducida de: http://retailcomic.com/comics/july-2-2017/
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