domingo, 1 de octubre de 2017

Folleto 131

Entrar en la zona blanca



Escribíamos en el folleto anterior que todos anhelamos llegar a la zona blanca,  al Reino de Dios, al Reino de los Cielos; al lugar donde los ciegos pueden curarse y ver, los mudos hablar, los sordos pueden oír, los paralíticos andar, los sucios son limpiados, los muertos resucitan, los hambrientos y sedientos son saciados; como describe Pagola.

¿Qué debo hacer para entrar en la Zona Blanca?

Imagínese que está en un lugar contaminado con radioactividad ocasionada por la destrucción de una central nuclear. ¿Qué debo hacer para sobrevivir?

1º Lo primero que hay que hacer es abandonar ese lugar donde la vida corre peligro. Colocarme en otro sitio, donde no exista radiación. Aunque sea un asiento provisional, una tienda de campaña, un campo de refugiados. Si por circunstancias difíciles no puedo abandonar el área contaminada, tendré que protegerme con un escudo lo suficientemente fuerte para que la radiación no me llegue.

2º Descontaminarme. Limpiarme a fondo para eliminar cualquier vestigio de contaminación.

3º No entrar en ningún lugar radioactivo que me pueda dañar y dirigirme hacia un lugar donde desarrollarme, hacia la Zona Blanca.

Para salir del estercolero: abandonar el lugar, limpiarme, desarrollar cualidades para no caer más en él.

Es decir: Abandonar la zona de peligro y descontaminar y purificar el cuerpo, las emociones, la inteligencia, simplificación en lo que tengo y coherencia en lo que hago.

Y para no volver a contaminarme, no comer basura(alimentación adecuada) y ejercicio físico, no buscar emociones basura, lecturas basura,  no tener pensamientos, deseos, motivaciones basura, no estar rodeado y almacenar basura, no comportarme como una basura.

Para entrar en la zona blanca, más que una lista larga de metas que tenemos que conseguir, hacer hincapié en dos elementos fundamentales:

A. Renuncia a todo aquello que me desvíe de mi meta y estar atento a la distracción para no perder  mi objetivo, y confiar en que tienes dentro de ti el poder de conseguir todo aquello que puedes necesitar y desear.

B. Abandona la falsa idea de que te encuentras impotente ante las circunstancias de la vida. No echarle la culpa a los demás de mi trayectoria vital. Mirar dentro y no tanto fuera (próximo folleto sobre las excusas).

Si uno fuera realmente consciente del valor de la existencia humana, el colmo de la confusión es despilfarrarla en trivialidades, persiguiendo ambiciones vulgares, preocupándonos por estupideces, en definitiva: distraernos de nuestro verdadero objetivo que es llegar a la Zona Blanca, reírnos de nuestras limitaciones y del mundo que está completamente desquiciado e intentar salir de la confusión para empezar a respirar; esa distracción es la única culpable del caos que reina en nuestro espíritu, un caos que podemos llamar ignorancia.

Cuando nos sentimos invadidos por un sentimiento de confusión y frustración, lo mejor es distanciarse, concederse tiempo de reflexionar y de recordar el objetivo de conjunto: ¿qué es lo que nos lleva a la Zona Blanca y nos hace verdaderamente felices? Y de acuerdo con ese objetivo reformular nuestras prioridades sobre esta base y tomar las decisiones correctas. ¿Tus elecciones reflejan tus valores más profundos, te llevan en la correcta dirección, eres coherente?

Eso nos lleva a preguntarnos si vamos por el camino de la liberación sin distraernos: el camino del corazón, de la compasión, del humor. No nos distraigamos, no tenemos mucho tiempo. Quien no sabe a donde va, nunca llegará a su destino. Aquel que sabe a donde va, al final llegará a su destino (sufí).

Como afirman los budistas: “El espíritu está agitado, cambiante, difícil de aquietar y controlar. El sabio ha aprendido a apreciar la belleza del camino y vuelve al espíritu recto, como el arquero endereza sus flechas. Que bueno recoger las riendas del espíritu que corre salvaje y caprichoso hacia donde le parece. Tener así el espíritu produce felicidad. Tu peor enemigo no puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos dejados sin vigilancia, distraídos. Bien dirigido tu espíritu te hará más feliz que los afectuosos cuidados de tu padre y tu madre”.

En definitiva, elegir entre una vida centrada en llegar a la Zona Blanca, a Dios, a la libertad (el nombre es lo de menos) o una vida centrada en la trivialidad.

Si estamos atentos, veremos que de la mañana a la noche nos hemos dejado capturar por las cosas exteriores o por las ensoñaciones interiores y que la vigilancia, ha desaparecido completamente. La gran tragedia de todos aquellos que realmente están empeñados en el Camino hacia la Zona Blanca es el hecho de que nuestra atención se deja distraer fácilmente; involuntariamente o por las seducciones del camino. Perdemos el norte.

Afirma una seguidilla popular que:

Las cositas de este mundo
Muchos las toman a pecho
Yo, para no distraerme,
las tomo de la mano,
Y a la espalda me las echo.

Comentaremos sobre las excusas que nos hacen distraernos y perdernos en el camino hacia la Zona Blanca, en el próximo folleto.


(*) Iglesia de Saint-Jacques-de-la-Lande, de Álvaro Siza. Imagen tomada de: https://www.metalocus.es/es/noticias/alvaro-siza-termina-la-iglesia-saint-jacques-de-la-lande

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